miércoles, 26 de diciembre de 2007

El fracaso

"Quién puede matar a un niño" es una película de 1976 dirigida por Narciso Ibáñez Serrador que trata de una pareja de turistas que llega a una isla que está habitada por niños asesinos. Da miedito. Se hizo antes de que el pesado de Stephen King escribiera "Los Chicos del Maíz". Y este blog no tiene nada que ver con esa película. Pero es que he estado curioseando de qué manera llega la gente a este blog, y la mayoría lo hacen buscando la sinopsis de esa película. Lo siento. Otro elevado porcentaje acaba en este blog buscando las palabras "tetas de Natalia". Quiero pensar que buscan a Natalia Verbeke, pero me temo que tampoco encontrarán gran cosa. El resto de las visitas se reparten entre pijamas japoneses, vainilla y Esther Williams.
Este blog es un fracaso. Yo quería atraer a una mujer sensible, inteligente, con sentido del humor, lesbiana insaciable (o como se dice en neolengua "lesbinsaciable") y con la insensatez suficiente como para enamorarse de mí nada más leer todo esto. En cambio, mis visitas están compuestas por frikis cinéfilos (en busca de Chicho, Jane Fonda y Esther Williams), frikis salidos (en busca de las tetas de la Verbeke), frikis japoneses (en busca de pijamas) y comedores de helados (en busca de la vainilla de la de comer). Por favor, si me equivoco y alguna de vosotras forma parte del público potencial al que este blog esté dirigido, que me mande un beso. Será un consuelo.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Doblaje

Debí haber dicho otra cosa, cualquier otra cosa. Sin embargo, dije lo que dije, así que lo único que podemos hacer ahora es tratar de olvidarlo. De hecho, yo ya no me acuerdo.
La próxima vez que diga lo que digo, no me lo tengas tan en cuenta. Habré dicho lo que no debo, sí, tal vez mis palabras salgan atropelladas, venenosas, carentes de prudencia, con ganas de réplica para multiplicarse, con hambre de batalla después de medianoche. Si tú las acojes, entonces la habitación se ahogará en una algarabía absurda en busca de lágrimas. Ya lo sabes. Dale a Delete. O golpea en silencio cada una de mis palabras equivocadas y cámbialas por las correctas. El movimiento de mis labios no se corresponderá con las palabras que oyes, pero el doblaje valdrá la pena. Para disimularlo, ya sabes, bésame. Quiéreme.

martes, 18 de diciembre de 2007

Sed

Vaya, no tengo coartada.
Está bien, he sido yo.
No lo volveré a hacer.
He dejado a la víctima en su sitio, acuosa y desarreglada, y entonces he salido relamiéndome los morros, disimulando a duras penas mi sed impúdica e incotrolable.
Mis disculpas. Iré a agazaparme y acechar desde otro sitio.

Mis ojos brillan en la oscuridad camuflándose entre las estrellas inofensivas. Se eriza la noche sobre mi piel. No tengas miedo. Acércate. Sólo son mis dientes. Y mi lengua afilada. Acércate.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Tallas

Apenas la conocía, pero de alguna manera me encontré a mí misma decidiendo en la tienda que le iba a regalar aquel fantástico pijama japonés de color azul por su cumpleaños. ¿Talla? Grande, para qué andarse con pequeñeces. Hice que me lo envolvieran en un papel de regalo de tan buen gusto que me dieron ganas de envolverme a mí misma y regalarme dentro del pijama.
Mi regalo fue una auténtica sorpresa. Gracias gracias, oh, de nada, de nada. ¿Será tu talla? Sí, seguro; si no, lo puedes cambiar, ¿eh?
Después de algunos días insistí en mi preocupación por las tallas. ¿Te has probado el pijama? ¿Te va bien? ¿Te sientes una auténtica japonesa?
Ante tanta insistencia, mi amiga se sincera. Me va perfecto. Sólo me queda pequeño cuando se me erizan los pezones.
Demonios. Me compro el mismo pijama para mí, talla mediana. Me lo hago envolver en papel de regalo, me lo pongo por la noche, me queda perfecto. Hago mis esfuerzos por imitar lo que ocurre dentro de aquel pijama que he regalado, pero no lo consigo. Frotando mi imaginación contra la almohada, como mucho obtengo cierta rigidez, pero al final, lo único que acabo logrando es mojarlo todo. Y ya es así siempre, nada más ponerme mi pijama japonés. Esperemos que con la humedad no encoja. Bueno... esperemos que sí...

sábado, 8 de diciembre de 2007

Y vuelta

Me fui con ella a la cama y unos centímetros un poco más adentro porque con su breve melena pelirroja se me parecía a Eleanor Parker, aunque con cierta zorrería en la mirada que la hacía irresistible.
Al regreso de las profundidades del colchón, decidí dejarla cuando me dijo que no sabía quién era Eleanor Parker.
Y éste es, en líneas generales, el paradigma de mis devaneos.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Palabras

En general, sus palabras no solían significar nada, pero las definían bastante bien. Cuando ya no podían más, cuando el sudor y demás líquidos se mezclaban atascando los músculos del cuerpo, se apoderaba de ellas el delirio y una gastaba el poco aire diciendo:
-Helado de chocolate en mi lengua tus pestañas sirope de gemidos.
La otra, creyendo que comprendía, contestaba inexplicablemente:
-Salada coreografía y contraplano marino de las algas en tus muslos.
Se dormían, agotadas, satisfechas tras tan absurdas aunque honestas declaraciones. Después despertaban llenas de coherencia con la que engañarse mutuamente.

martes, 4 de diciembre de 2007

El paradero de los textos perdidos.

Lo sé, lo sé, no soy puntual, soy incongruente y además he perdido material. Falta al menos un texto, o dos, un poema, no estoy segura. Pero es que he conocido a Sofía, ustedes comprenderán... Sofía no es que diga mucho, pero el tono de su piel da para muchas reflexiones e interpretaciones, y es ahí donde me he perdido últimamente.
Que no es excusa, lo sé. Al menos no como para decir que no he tenido tiempo, o es que me he distraído. Si faltan capítulos en este novelón por entregas es por otros motivos más peculiares que procederé a explicar.
Pues bien, les estaba hablando de Sofía, de piel suave y nutritiva. De alguna manera que seguro que ella no se explica, logró acceder durante la confusión de extremidades a ese dispositivo que se activa cada vez que tengo que escribir. Extrañas las ansias de derrochar que se hicieron conmigo en ese instante, una nunca sabe por qué ni por dónde sale un aliento semejante. En definitiva, gran parte del vacío que tienen ante sus ojos se completa en la espalda de Sofía, pues de mis uñas partieron todas esas palabras que tuve que esparcir irremediablemente. Cuando completé su torso, pasé página y finalicé mi obra sobre sus pechos. La calidad de mi escrito, en total consonancia con lo afilado de mi uña, como siempre.
En resumen, todo lo que aquí falta, estará escrito sobre la piel de alguien. O visto de otro modo, cada palabra que aquí lean es una caricia, es un arañazo que no he dado. Que trato de dar.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cálculos

Hemos salido juntas de la cafetería. He hecho un cálculo rápido y el resultado me ha dado negativo, lo cual ha sido una pequeña decepción, pero así hay que aceptar las cosas. Hacer lo correcto significa decirnos adiós antes de que sea demasiado tarde, demasiado malo, demasiado doloroso, demasiado a secas. Como excusa... bueno, aquí está la calculadora.
En definitiva, yo he dicho:
-Adiós.
Y ella ha dicho:
-Chao. ¿Nos vemos mañana?
Y yo he respondido:
-Claro.
Y me he dado la vuelta, pensando que tendrá que ser mañana cuando le diga que no me cuadra el balance, pero entonces ella ha dicho:
-Ah, ¿vas por ahí? Yo también.
Y ahora juntas caminamos calle abajo, una calle interminable. Seguiremos juntas subiendo las escaleras de la casa, y dormiremos esta noche y etcétera la una junto y sobre la otra, y a la mañana siguiente y más, yo todavía estaré allí, infinitamente, en un nuevo y constante momento de cómputos y operaciones y saldos negativos, que habrán de resultar como siempre en nada. De todos modos, seguro que me equivoco. ¿Cuándo he sido yo buena haciendo cálculos?

jueves, 22 de noviembre de 2007

Qué importa Alicia

No voy a hablar de Alicia porque en realidad no sé nada sobre ella. La conozco, sí, pero lo que podría decir a partir de nuestros encuentros no serían más que pequeñeces, obviedades, anécdotas triviales que no se corresponderían con la magnitud de todo lo que ha sucedido en los momentos en que no nos veíamos.
De lo que voy a hablar es de mí, y de cómo me he quedado tan desamparada. Es cierto que Alicia lo ha originado todo, pero eso no es lo importante. Qué importa Alicia. Es la ausencia dolorosa que me aterra ante esta pantalla lo único que puedo admitir.
Alicia es alguien, y eso es una verdad irrefutable. Fue ella quien me dio aquel pedazo de papel con la dirección, eso también es cierto. Y no menos cierto es que todo lo que encontré en aquel "blog" sobrepasaba cualquier expectativa, cualquier idea preconcebida, sobrepasaba mi capacidad de absorción, sobrepasaba a la misma Alicia, por mucho que fuese ella la que había escrito todo aquello. De acuerdo, sí, escrito por Alicia, pero qué importaba Alicia. Todas aquellas palabras, enlazándose de mil maneras impensables, dibujando significados ocultos bajo otros significados, pintando vidas desconocidas de tantos colores y brillos que llegaban a reflejar la mía propia, esparciendo dolores y euforias que penetraban las yemas de mis dedos... Era un "blog", pero respiraba. Sólo eran palabras, pero estaban vivas, me veían, me tocaban. Podía pasarme horas, días, empapada de sus textos, temblando, envenenándome y purgando mis ansias, flotando sustraída en su universo. Hasta me dio igual que un día Alicia dejara de escribir. Yo volvía a leer una y otra vez todos sus escritos, hallando nuevos alcances en cada línea, declaraciones insólitas que me habían pasado desapercibidas la primera vez, tambaleante de conmoción, de pasmo, de espasmos y de orgasmos.
Aquel día pensé que me fallaba la conexión. Pero no. No me importan los motivos por los que lo hizo. Ya lo he dicho, no importa Alicia. Sólo que su blog ya no está. Sólo que yo estoy sola. Sólo que siento físicamente sobre mi piel la falta de las caricias de aquella creación. Alicia me lo quiso explicar, pero yo no la oía. No sé quién eres tú y no comprendo tus palabras. Se ha ido. Me ha dejado. Y NADA MÁS.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Interferencias

Esta noche soñé algo poco habitual. No es frecuente que en mis sueños se presenten personas como Shakira o Beyoncé. Compréndanme, pero yo suelo convocar a Catherine Keener, Keira Knightley, Radha Mitchell o Gina McKee (díganme si no están encantados de conocerla). Así que cuando esta noche se presentó en mis sueños Shakira, o Beyoncé (una de las dos, no sé muy bien cuál era), me sorprendí bastante. Se acercaba a mí deslizándose ya saben cómo, y eso que hace con las caderas y tal. Me miraba sonriente y de reojo, y me preguntaba: "¿por qué no quieres nada conmigo?" Vaaaya, quién iba a decirlo de Shakira, o de Beyoncé, jamás me lo habría imaginado. Yo respondí que no se me ocurría ningún motivo por el cual no quisiera nada con ella, y que ciertamente bien podríamos aprovechar aquella circunstancia de que esta Beyonckira se apareciese en mi sueño por vez primera para darle rienda suelta a la humedad. Y bueno, así fue, por una noche no estuve con mis invitadas habituales, sino con la invitada habitual de una gran mayoría. Yo lo atribuyó a una interferencia de sueños. Demasiados cazasueños en el vecindario. Me pregunto a dónde se habrá ido Catherine Keener esta noche. A casa del tonto del segundo, seguramente. Cuando regrese esta noche se va a enterar, la muy fresca... Todavía me pregunto si era Shakira o Beyoncé. ¿Se lo habrá pasado bien? ¿Regresará?

martes, 13 de noviembre de 2007

Yo mismita.

Se lamentan mis sueños, se preguntan en base a qué méritos o en función de qué corriente soñadora les exijo tanto detalle y tanto pormenor de futuro, pues en el espejo ya sólo perciben extrañas ilusas, mundos estrábicos y pies sin suelos.

Sé tú misma, habéis dicho. Y claro, yo he seguido vuestro consejo al pie de la letra. Me empeño tanto en ser yo misma que hasta en sueños demando seguir el manual del buen yo. Pero es que lo hago con tanta dedicación e interés, con tanto amor y esquizofrenia, con tanta divina comedia, licantropía y orgasmo múltiple, que ya represento el rol con naturalidad excéntrica mecánica.

En algunos lugares discuten si soy real o ficticia. Yo tampoco recuerdo definiciones.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Entrega

Te doy mi latido. La verdad es que me aterroriza llegar a la noche y quedarme con algo, por si no se me ocurre qué hacer con ello. Por eso prefiero vaciarme, abriéndome hacia ti y derrochándome en plenitud, desplegando mi entrega en son pletórico.
Y después, en la noche, me tenderé vacante. De esa manera, sentiré mucho más cualquier pequeña cosa que puedas darme, me alimentará el más leve estímulo que tu piel irradie.
No te preocupes si me muero; es para que tú me resucites.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Invierno

Si te quiero estaré jodida, ya lo sé. Y si no consigo quererte estaré bien jodida, porque ya habré escrito esa cantinela tantas veces que al final sólo me quedará ser Sylvia Plath o Emily Dickinson y tratar de morirme para poder escribir al respecto.

Las estanterías no soportarán el peso de un nuevo invierno sollozante de nieve y demás constantes invernales. Tú aparecerás con tu risa, y con tus canciones de los Beatles, y yo estaré jodida de todas formas. Podrás quererme en medio de la congelación, quizás lo consigas. Yo creo que eso no cambiará nada, pero quién sabe, lo mismo en verano suena el eco.

lunes, 29 de octubre de 2007

Aproximación

Me acerco a ti, sujetando la prudencia y mi currículum, ofertando al mismo tiempo frivolidad y bagaje.

Y me acerco a ti, con premura y escote, desenredando asuntos pendientes, matizándome con cierto pudor en cada fase del proyecto.

Pero me acerco a ti, sosteniendo la praxis y la lengua fuera... Lo que necesita esta conexión es un poco más de improvisado vigor. Pero a estas alturas me retengo, y aguardo a ser desenmarañada, dispuestísima a que tú te acerques. Observa: en una serie de crónicas disparatadas e inconexas me oculto discontinua, como migajas de verosimilitud en medio de la montaña de la incoherencia. Abrazarme requiere talento de rompecabezas y confusión como destino, pero así te pretendo, ansiosa por resolver el acertijo, sin saber por dónde empezar... Y para que me quieras, yo te ayudo.

Aunque a veces me pregunto qué sentido tienen estas señales de luz metidas dentro de una botella lanzada al vacío, a qué estatua de escayola en realidad me aproximo. No sé si albergo la esperanza de que los destellos y fragmentos por azar despierten un alma lejana. No sé si intuyo la certeza de que a la larga será la mía.

domingo, 28 de octubre de 2007

Liberación del fulgor

Quiero configurar tu silueta de justicia.
Ante repartidores de límites habilitaré serenamente tu contorno con caducidad ilimitada.
Frente algún triste formalismo sacudiré el polvo gris de nuestros ojos.
Y que sus luces sean el escándalo.
Y que las palabras ya no nos toquen.
No nos alcancen.

jueves, 25 de octubre de 2007

Ciencia

Al principio yo no comprendía por qué mi amiga tenía aquellos ojos tan inmersos en agua salada y tan predispuestos a ostentar su subyugante lagrimeo. Tanta inclinación al llanto me pareció digna de estudio, y en poco tiempo aprecié que no casualmente su coño estaba seco como una piedra del desierto. Para comprobar si en verdad ambos hechos estaban relacionados, mi lengua se ocupó de voltear la situación. Tras una semana de concienzudas lengüetadas, pude verificar que efectivamente el excesivo líquido acumulado en los globos oculares había comenzado a revertir y a fluir casi de modo torrencial por su isósceles.
Así, di la investigación por concluída. Cuando semanas más tarde pude ver otra vez a mi amiga llorándolo todo con sus ojos, se me ocurrió pensar, por algún motivo desconocido y acientífico, que tal vez yo no lloro lo suficiente. Seguro que es porque ahora cierro mis ojos mientras mi amiga, también de manera bastante acientífica aunque diligente, desplaza toda su acumulación de fluido hacia su sinhueso, y desde mi valquiria fuente nos bebemos mutuamente hasta quedarnos ambas secas de lágrimas para el resto de nuestras vidas.

martes, 23 de octubre de 2007

Esforzarse

Para hacer frente a este desvarío cruel tendremos que esforzarnos. Inútil lamentarse o culpar al destino, es algo más, es la conspiración negra de un cosmos, de un caos detallado y preciso que nos parapeta mutuamente en cada giro, nos opone y nos repele en cada instante.
Hay en este esforzado cunilingus algo de trangresión, algo de mensaje en una botella y algo de bocinazo de alarma. Es la incitación a romper esta conjura, a acometer nuestros pasos más allá del paralelo, aunque no podamos antes de que la agazapada asome. Habrá que esforzarse, pues de tanto correr caeremos por el filo entre las nubes y los taxis, y tendremos otros rostros, otros ojos, otros clítoris, otros nombres... En cambio, esa muerte será siempre el mismo capricho, y los azares los mismos disparatados infranqueables...
...hasta que un día de tanto esforzarse, qué sé yo, en medio del agotamiento, cierta chispa de magia blanca nos confunda con un eclipse...
...en ese momento sujétate fuerte, porque seremos tornado, y ni adiós diremos.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Mi nombre

La verdad es que sí, me sorprendió cuando Virginia se me acercó en la cafetería y me dijo hola. Silvia se quedó boquiabierta, como todo el mundo cuando Virginia entra en algún sitio, especialmente si te saluda. La cara de Silvia tenía que ser lo más divertido en ese instante, de puro shock y alucinación. ¿Quién es esa tía salida de Venus capital con semejante abismo en el escote, cielo despejado en sus ojos y aviso de tormenta en sus caderas? Y sobre todo... ¿de qué diantres me conoce a mí? Le dediqué una sonrisa que había estado ensayando últimamente con el fin de impresionar hasta a las gacelas, pero claro, me temo que la sonrisa de Virginia podría eclipsar hasta a una confabulación de sonrisas intergalácticas.
-Hoooola -dije yo al borde del patatús.
-Perdona que te moleste, pero... ¿de qué te conozco?
Supongo que mi sonrisa pasó de "bienvenida" a "trato de ocultar mi decepción" en cuestión de segundos. Probablemente no había nada que yo no supiera acerca de Virginia. Nos habían presentado al menos tres veces. Íbamos al mismo gimnasio. Después del gimnasio, me dedicaba a seguirla hasta su casa. A veces también la seguía desde su casa al gimnasio. Un día le robé su sujetador (y no me sirve). Supongo que tendré que aceptar el hecho de que Virginia nunca se acordará de mí.
-Pues... creo que vamos al mismo gimnasio... -contesté yo, y me pareció que al hacerlo estaba pidiendo disculpas.
-Aahhh, ya- dijo ella con total indiferencia. -¿Cómo te llamas?

¿Y qué más da cómo me llame? Podría llamarme Stefi Graff, Cat Ballou, Cruella, Barbarella, da lo mismo, nunca te acordarás de mi nombre. Inventaré cualquier cosa, empiezo a desear que te alejes de mí, que no me hables, que termine este encuentro frustrante que acabarás por olvidar a los cinco minutos. Sólo quiero que te vayas para que yo pueda volver a seguirte hasta tu casa, y contemplarte en el gimnasio, y robarte las bragas en el vestuario. Definitivamente, me inventaré cualquier cosa.
-Si quieres saber mi nombre, tendrás que encontrarlo -le dije eliminando mi sonrisa y cogiendo por primera vez cierto impulso para saltar hacia quién sabe dónde.
-¿Qué? -dijo Virginia sorprendida. Silvia, a mi lado, parecía estar a punto de proyectar las órbitas de sus ojos y desparramarlas sobre el suelo de la cafetería.
-Que es mi nombre lo que no sabes. Está a dos metros de ti, pero no lo sabes. Tendrás que encontrarlo.
No funcionaba. Virginia daba media vuelta con desdén.
-¡Yo me llamo Silvia! -gritó Silvia, a la que casi le faltó añadir y mi amiga está loca.
-Encantada -respondío Virginia, casi como insultando, sin dirigirnos una mirada más, haciendo bascular su cintura mientras sus pasos la alejaban de nosotras.

Virginia jamás recordará el nombre de Silvia. El mío jamás volverá a olvidarlo. Cuando lo sepa será porque lo ha encontrado, porque lo habrá descubierto merecidamente, deletreado húmedo entre mis piernas.

sábado, 13 de octubre de 2007

Vainilla

- Pero, ¿por qué? -pregunté desesperadamente con ojos en mis lágrimas.
- Ya lo sabes. Porque eres de vainilla -respondío ella con firmeza, sin atisbo de piedad.
- Pero si nos llevamos muy bien, hemos conectado muy profundamente, no lo comprendo.
- Pues tienes que comprenderlo. Es lo mejor para ti. Para las dos.

A esas alturas mi desamparo no tenía freno, y estaba ya dispuesta a todo. Ahí va todo el orgullo por la ventana.
- Puedo ser lo que quieras. Haré lo que sea. No seré vainilla nunca más si no lo deseas. Lo que quieras, seré lo que quieras. De verdad.

Ella se tomó su tiempo, como si se lo estuviese pensando. Finalmente reaccionó, y lo hizo con un tono un poco más compasivo que antes, lo cual no hizo más que añadirle un gramo más de terror al dilema.
- No puedes. Si eres vainilla, siempre serás vainilla. Yo sólo puedo estar con una estrella de mar. Tú eres una sirena, y eres todo un lujo, pero no encajas con mis aspiraciones de amazona, no puedes complementarme. Tus lágrimas claramente indican que sólo habrá más lágrimas. No le des más vueltas.

Entonces, batió su fusta, y sin más, la amazona se alejó de mí para siempre, al galope.

jueves, 11 de octubre de 2007

La tormenta vuelve al río.

Desde que te he visto
he empezado a recordarte;
no has cambiado ni un suspiro,
así que todo en ti
me recuerda a ti irremediablemente.

Ahora te veo,
nítido tu reflejo en mis rodillas,
y en tu sonrisa están las mismas centellas,
y en tus ojos están las viejas lluvias,
y esas palabras de nuevo se propagan
desencadenadas
como un calambre por mis huesos,
como siempre ha sucedido,
lo puedo constatar.

Ha llegado este presente
tan a destiempo,
con su paso tan cambiado e intempestivo,
con semejante desajuste y contratrueno,
que te veo
y te recuerdo
y me echo tanto de menos.

lunes, 8 de octubre de 2007

El designio

Comencé a sospechar algo cuando yo le pregunté cuál era su signo zodiacal y ella me contestó que caníbal. Desde entonces, semana tras semana, no he hecho otra cosa que yacer bajo sus designios y desaparecer lentamente entre sus dientes.

miércoles, 3 de octubre de 2007

(Des)encuentro

Latían nuestros corazones su cuenta atrás hacia nuestro previsto encuentro casual. Se desenroscaba la noche hacia el amanecer, o acaso era la mañana la que anochecía. Sólo recuerdo que un solo segundo se destacó por encima de los demás, y sé que era el momento de la sonrisa señuelo. Sin embargo, algo sucedió, que las luces paranoicas conspiraron con mi mente pesimista, o que el eclipse tergiversó el guiño dulce y el flash de complicidad, y los convirtió en fatídica malicia, imperdonable error, trasnochadas burlas, miedo en definitiva.
Nuestros pasos cercioraron la distancia. Se quedó la noche en noche, o el día en nada, las luces reducidas al absurdo, compulsadas nuestras soledades, y nuestros corazones latiendo su cuenta de pájaro.

martes, 2 de octubre de 2007

Esther Williams

Soy Esther Williams, me dije ayer según entraba en la piscina municipal. Mi primer día y ya me parecía que podría estar nadando la vida entera, que mi medio natural era quizás el agua y no la tierra, que era más una sirena que una amazona. Emergía y me sumergía, nadaba de espaldas, de lado, y hacía volteretas bajo el agua. Luciendo mi bikini, apenas podía ocultar una húmeda sonrisa de satisfacción, llena de plenitud, goce y cloro. Nadaba y nadaba, sin prestar atención a los demás nadadores, hasta que por fin, en una de mis emersiones, mis ojos se toparon con el rostro de la monitora, y en él vislumbré ciertos rasgos familiares. Me sonaba tanto esa cara... Sí, la conocía, pero ¿de qué? En un segundo tuve la extraña intuición de que lo mejor era que no me reconociese, quizás el instinto me envió una señal de alarma, y me dio por disimular. No soy quien soy, como ya he dicho soy Esther Williams, soy Ariel, soy una medusa. Escondí mi mirada, oculté mi rostro como pude y hasta traté de dotar a mi piel con cierta transparencia para camuflarla con el líquido elemento. Fue inútil. Me identificó inmediatamente, y en su mueca destapó demasiadas huellas mías sobre su piel... o más bien bajo ella. Con todo ello, pronto tuve que admitir que yo también me daba cuenta de por qué me sonaba ese rostro; no podía ser de otra manera: esa cara me era familiar porque se trataba de uno de esos fragmentos del pasado que por mi propio bien había olvidado. Traté de sumergirme en el agua y no volver a salir de ella jamás, pero, craso error, me había dejado las branquias en casa. Medio asfixiada, tuve que sacar mi cabeza del agua, mientras toda una vida desperdiciada en forma de recuerdos pasaba por los ojos de mi monitora. Mientras consideraba si la mejor opción era tratar de ahogarme bajo el agua o salir huyendo por la escalerilla, también a mí comenzaron a golpearme los recuerdos de otra vida malgastada, y eso fue mucho peor que la falta de oxígeno subacuática. Buen momento para salir de allí, y respirar hondo en cualquier otra parte. Ayer fue mi primer y último día en la piscina. Líbranos, Señor, de encontrarnos años después, con nuestros grandes amores.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Recomponer relaciones

Debido a ensoñaciones pasadas, se ha producido un deterioro en las relaciones con arañas, paredes y ásperas lenguas de sapos, hasta no hace mucho aliadas naturales.
Para recomponer la buena comunicación, será preciso usar la diplomacia; reunirse con frecuencia con arañas; hacerse rodear de paredes; ofrecerse jugosa a batracias lenguas espectantes; y como gesto de buena voluntad, tapiar ventanas a utopías para no fomentar nuevos descuidos.

LLuvia inteligente

Designaste sobre mis esperanzas una lluvia de intensa precisión, como una bomba inteligente. Se logró sumergirlas, inundarlas, y aún nos aseguramos de llover de nuevo si acaso emergiesen.
La operación fue todo un éxito; apenas algún daño colateral en los aledaños, una sonrisilla taciturna, una sintaxis reprobable, cierta obstinación en el titubeo, alguna fijación irremediable de mis manos con mi entrepierna... Pero por lo demás, discreción escandalosa, extravagante normalidad, y lloviendo sobre mojado.

martes, 25 de septiembre de 2007

Lag

Carecen de inmediatez estas palabras. Les falta la verdad simple e instantánea y el don de la oportunidad. Quizás tengan otras virtudes, otro tipo de verdad, rumiada y molida, pero por lo demás es como aquella vez que ella me dijo hablas con palabras ajenas a tu propia lengua, la he probado y nada de eso que dices sabe de la misma manera
eso es porque te amo y te temo y etcétera
pero eso lo pensé dos horas más tarde, porque las buenas respuestas, las verdaderas, siempre aparecen así, como todo lo demás, como esto que leen, con dos horas de retraso.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Cómo escribir

El otro día comencé a escribir un cuento. Trataba de una chica sueca que se venía a vivir a mi piso, y por supuesto yo trataba de llevármela a la cama usando las artimañas más absurdas. Comenzaba a poner constantemente discos de Ace of Base, le pedía ropa prestada para desnudarme ante ella a la primera oportunidad, y le instaba a que me enseñara a decir frases en sueco para poder ligar, y así repetírselas a ella una y otra vez.
Dejé de escribir antes de poder terminar. No sé qué me ocurre, pero no soy capaz de pensar. La historia se parecía a una película de Alfredo Landa, mi gramática chirría, las palabras se niegan a fluir. Mi mente no se quiere establecer en un lugar en concreto, vuela de un lado a otro, no hay pausa para la concentración, no hay tiempo para buscar unas cuantas palabras que tengan sentido y que concuerden. Una sueca turgente, de pelo rubio y corto, ojos azules escandalosos, tez pálida, labios rosados y carnosos y sonrisa a juego, se instala en mi casa, yo sólo pienso en tirármela, y aunque esto sólo ocurre en la ficción, se aceleran de tal manera mis impulsos, se humedecen tanto los frenesís adormilados, se descentra el pulso de mi núcleo constructor de semejante modo, que parece que jamás sabré cómo termina esta historia. De momento, proseguirá sin palabra alguna, conmigo a solas en una cama, extinguiendo fuegos imaginados, para que, de una vez por todas, ánimo apaciguado, vengan frases lógicas que estallen en mil colores pintados en otra cama compartida por mí y una escandinava.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Para olvidar

No se le ocurre otra cosa que poner "You can leave your hat on" y comenzar un strip tease. Comprenderán que eso no me pone en absoluto. Bostezo, y le dejo las cosas claras.
- No me gusta esa canción.
Ella apenas se inmuta, me sonríe y prosigue con su baile.
- Es una canción de strip-tease -me dice, como si necesitase semejante aclaración.
- Lo es simplemente porque sale en una horrenda película -le digo yo, con todo el desdén del que soy capaz de hacer gala, que no es poco. Por fin ha dejado su strip tease para mejor ocasión.
- Pues no está tan mal Full Monty...
- No es Full Monty.
- Ah, no, se llamaba... Full Contact...
- Ay, dios.
- ¿Monty Python?
- Madre mía. Era de "Nueve semanas y media".
- Anda ya.
- Te lo aseguro. Quien hacía el strip tease era Kim Basinger.
- ¿Basinger Zeta?
- La misma.
Yo misma acabé de despojarla de la ropa que todavía le quedaba puesta y traté de sumergirme en las costas de su cuerpo para olvidar toda esa conversación cuanto antes.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Captura

Natalia se acercó y su tímida sonrisa me confesó lo que había sucedido mucho antes de que lo hiciesen sus palabras. Se había acostado con Juanjo. Ella me lo contaba con una mezcla de vergüenza, regocijo ingenuo y confesión íntima, como si pensase que a mí me agradaría conocer hasta el más pequeño detalle de su aventurita. Mi estupidez estaba a la altura de la suya al prestar oídos a aquella tortura. Mi fracaso ya no sólo consistía en que había consentido que ellos dos se acostasen, sino en que además Natalia no se daba cuenta de cuánto daño me hacía todo eso. La teoría de Silvia, que me había parecido tan absurda y disparatada, ahora recobraba un sentido atroz; era cierto, me acostaba con Juanjo para evitar que éste se acostase con Natalia, que era con quien quería acostarme yo. Era evidente que Juanjo se quedaba tan embobado como yo cada vez que aparecía Natalia, y tanto sus ojos como los míos se quedaban paralizados a la altura de sus tetas... Posiblemente Juanjo también se percató de mi atracción por Natalia, y su plan fue el mismo que el mío. El muy cerdo. Me había tenido ocupada, pasándose mis tetas de mano en mano, frotando su miembro contra mis nalgas, despistándome con sus atenciones de alcoba, haciéndome creer que era yo quien lo despistaba a él, para finalmente ganarme por la mano. Ahora, mientras Natalia me contaba los pormenores de lo que suponía me derrota, mi imaginación substituía a Juanjo y me ponía a mí en su lugar, abarcando con mis brazos la generosa cintura de Natalia, bañando sus pechos abundantes con mi lengua, mordiendo sus mordiscos, humedeciendo sus besos, ahogando sus gemidos... Basta. Basta, Natalia. Esto me sobrepasa. Hasta ahora sólo había supuesto una mera atracción sexual, pero todo esto me dolía hasta donde nunca hubiese imaginado. Me hacía daño en los huesos, en ciertos vacíos estomacales que hasta ahora no había localizado en el mapa de mi cuerpo. Cuando vi aparecer a Juanjo, salí huyendo, sintiéndome víctima de una traición a la que yo misma había aportado mi desinteresada colaboración.
En mi espantada, tropecé con Silvia, y aprovechando este encontronazo, me la llevé a casa, le quité la ropa de un soplido, la arrinconé contra la pared, apreté mis tetas contra las suyas, clavé mis uñas en sus nalgas, bebí en su cuello cual Nosferatu, y una vez arrojada en la cama, conquisté todo aquel territorio de piel blanca y suave, quizás para compensar otro que había perdido... Fue en un segundo fatídico, cuando mi lengua depredadora dio caza a la suya, cuando me di cuenta de una cosa. Su lengua, presa indefensa de la mía, me lo hizo saber. Silvia se sabía victoriosa. En su lengua había posos de algo que yo sospechaba, había restos de una piel que había estado demasiado presente en mis sueños. Así lo supe. Silvia había estado acostándose con Natalia para evitar que yo me acostase con ella, y así llegar al punto donde ahora estábamos. Y en cuestión de un lengüetazo, fue mi lengua la presa y la suya la carnívora.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Dos dedos (resumen del domingo)

Un dedo instaura la tristeza. Lo hace sin ceremonia, cotidianamente, con soltura de ojos cerrados.

Ajeno a él, otro dedo asume soledades, sin antagonismo pero con empeño, con cadencia imprecisa y algo de humedad precipitada.

Un suspiro incontestable marca la pauta del silencio y se vuelve resumen del domingo, un paisaje sin réplicas ni ecos, una gruta sin idas y sin vueltas, una grieta goteando aburrida sus nostalgias.

domingo, 2 de septiembre de 2007

La que corre por el filo.

...se le llamó retiro...

Es inútil que lo diga, pero tú y yo no hemos existido jamás. El tiempo nos ha borrado en su olvido, siendo optimistas. Quizás nos haya incorporado a su tic-tac, tal vez seamos vapor en sus agujeros negros. No importa. Nosotras dos no ocurriremos jamás, pues algunas cosas nunca ocurren, y no vale la pena empeñarse en nuevos montajes, finales alternativos, o monólogos del presente por muy glorioso. Nuestros nombres son pura fantasía, nuestro espacio es paradójico, y nuestra presencia una mera anécdota convertida en rumor, convertido en brisa que se agota.

...a esto no se le llamó ejecución...

jueves, 30 de agosto de 2007

Quizás

Quizás yo no te quiero. Quizás tan sólo creo quererte, porque quererte es fácil, como una ciruela, como la lluvia o un río. Quererte es tan evidente... Cómo no quererte.

Quizás yo te quiero. Quizás no quiero quererte, porque quererte duele. Quererte es un martillo, es precipicio, tornillo, filo, calambre, cáspita, bichos, qué tarde se hace, qué esfuerzos... Cómo voy a quererte.

miércoles, 29 de agosto de 2007

A una gata

Te amo y te temo,
y cuanto más te temo
más te deso manando por mis huecos
como lava abrasiva.
Aprenderé,
pues soy alumna aventajada,
a atenerme a tus mares turbulentos,
a todos tus vectores,
a tus vértices y vórtices y vértigos...
O al menos eso espero.
La verdad es que ahora te amo como un pájaro
a
una
gata

y te temo
como un pájaro
a una gata

viernes, 24 de agosto de 2007

Bailar

Nunca he sabido bailar bien. Y ahora que ella me enseña, me da la impresión de que cada vez lo hago peor. Bailar sola siempre había consistido en un salto hacia delante, otro hacia atrás, mis tetas que se menean, saturday night dilalala...
Ahora, dicen, bailamos muy bien. Yo no puedo creerlo. Ella me agarra por la cintura, y lentamente baja su mano hacia mi culo, y siento sus pechos aplastando los míos, y se inclina sobre mí cuando echa hacia atrás mi cabeza, abalanzando sus labios hasta prácticamente alcanzar los míos. Después me hace girar, y nuevamente me sujeta con firmeza, llevándome decididamente hacia algún lugar al que me dejo transportar casi a ciegas. Ella me ve algo perdida, me sonríe y me susurra déjate llevar. Y me dejo llevar, permitiendo que me desplace a su antojo según cierto ritmo establecido exclusivamente por su propio criterio decidido y tenaz.
Sigo realmente escéptica ante el baile. Si eso es bailar, acabamos de hacerlo horizontalmente sobre la moqueta.

lunes, 20 de agosto de 2007

Vuestro amor

Tienen razón: vuestro amor va en contra de las leyes de la naturaleza, y yo diría que además contra las leyes de la ciencia, pues es absolutamente mágico y paranormal. Ningún teólogo encontraría explicación a esa arrasdora luz que desprende su delirante rima interna.

domingo, 19 de agosto de 2007

YA

Tu incógnita me contagia del deseo de haberte resuelto hace ya tiempo. Me agoto en la impaciencia de saberme en el principio del misterio, así que reacciono precipitada y antipreliminar, me invento un ayer prescindible y un hogar espejismo en el mañana, saltando de cabeza hacia tu vulva de las catarsis, empezando la ecuación por el tejado.
Cuando fatigo mis pasos hacia tu callejón sin entrada, sus grietas filtran como gritos sospechas incontenidas sobre tu pecho. En mi viaje se me olvida hacerme vieja, cada idea sueña, cada huella me refleja constante. Acaso el tiempo me anuncie redoblando sus despertadores para que sepas que he llegado como una cuenta atrás, desnudando abiertos los ladrillos del callejón, y reposándome fácil y triunfal, fundida con tu voz, sin más distorsiones, sin más ecos.
Aún no te conozco, pero ya está ocurriendo.

sábado, 18 de agosto de 2007

Desestructura

Últimamente
me veo un poco devoradora de autoestima,
un poco indisciplinada en transcursos vitales,
quizá simplemente triste de besos hondos,
escasa de turistas en las entrañas.

Últimamente,
y tal vez ésos sean los motivos,
anestesio el énfasis en tus pestañas,
disimulo mis tesis acerca de tu influencia

en
mi
entorno
me quedo
quieta
un poco inmóvil
así parada
algo
intuyo
suena
el teléfono
y no lo cojo

Herramienta perfecta

Cualquier noche de éstas,
tu lengua
irrumpirá por un claro del ánimo,
y con la justificación de un beso
será la herramienta perfecta
para descarnar a llamaradas
el asilo desapacible
que te encuadernaba desviada,
que te suponía vacilante.

domingo, 29 de julio de 2007

LLanto

Hoy me ha dado por llorar, y he descubierto en mi llanto a mi mejor amante. Nadie me deja tan completa, tan desahogada, tan húmeda.

jueves, 26 de julio de 2007

Gira la tierra

Creí ver moverse algo bajo mis pies. Casi pude sentir un roce en mis tobillos, suave, frío, veloz. Envió toda una secuencia de tornillos enroscándose pierna arriba, hasta diluirse en una ola de espuma bajo el vientre. La operación se repitió unos minutos después, nuevamente ese escurridizo aleteo de seda por el suelo que acababa por convertirse en una hoguera desfilando arteria adentro.
No sé por qué. Fue un día de una sensibilidad especial, supongo. Tampoco sé si se volverá a repetir. Fueron momentos en que mis pies sentían la tierra girar bajo ellos, y todo mi cuerpo se convulsionaba ante la maravilla, haciendo de la rotación un orgasmo.

La duda

Tengo una duda. He estado todo la semana tratando de decidir algo y no estoy muy segura de qué. No he tomado ninguna decisión al respecto, evidentemente, pues como mucho tendré que decidir sobre qué tengo que decidir.
La culpa de todo la tiene esa morena que me dijo el otro día tú y yo somos iguales. Me dejó embobada. Más quisiera yo que ser como tú, morena, con esas piernas. Y entonces es cuando me asalta la duda de si decidir si ya estoy enamorada de ella o no, o de si decidir si hago el esfuerzo por enamorarme de ella o no. Creo que para no complicarlo demasiado, juntaré todo en una gran duda tipo test. Elija una de las siguientes opciones:

a) estoy enamorada de la morena
b) no estoy enamorada de la morena

Caso de escoger la opción a, prepárense para un blog insoportable a partir de ahora. Caso de escoger la opción b, elija a continuación una de las siguientes opciones:

a) me enamoraré próximamente de la morena
b) nunca me enamoraré de la morena

Lo peor de todo es que en ninguna de las opciones está llevarse a la cama a la morena. El asunto es ciertamente grave. No sé si estoy en baja forma, excesivamente blandita o es que he visto demasiadas películas de Meg Ryan últimamente. En fin, mientras me dejo soliviantar por las dudas, creo que me voy a ir deprimiendo un poco y a concentrarme para rellenar este farragoso cuestionario.

jueves, 19 de julio de 2007

Cualquiera

Fluyen corrientes secretas bajo las sábanas esta noche, el río está revuelto. Has abierto las compuertas de la presa, y ésta se ha fugado a vaciar embalses. De todos lo colores han aparecido los estruendos tras presionar el detonador afrutado de mis labios vaginales. Pagarás por ello, aunque me juegue el cuello y algo más en tus mordiscos. Hoy me toca nadar encadenada y a contralengua, y la emprendo a gritos con tu nombre, lo afino, lo maúllo, lo ensordezco, lo ahogo en el desfiladero de mi garganta, lo instauro en tu propio hormiguero, lo violo hasta la afonía y la demencia, hasta que es tu nombre el único vínculo al que se aferra mi latido, gimiendo al borde del ocaso. Anónima me he quedado yo, con todo. En definitiva, hoy eres mi todo. Yo, por lo visto, tu cualquiera.

martes, 17 de julio de 2007

Entre dos tomas

Mete los dedos en el enchufe mi amor. Otros dos dedos para mí y canaliza vida en ambas direcciones. Yo te espero en el otro extremo, a un tiempo absorbente y emanante, ansiosa por saber qué flujo te hace bullir antes la sangre, qué poder chamusca antes tus cueros, cuál hace antes trizas tu templanza.
Probablemente saltarán los plomos, dejándonos a ciegas para siempre, probablemente electrizadas rodaremos por el suelo, quizás muertas, aunque quizás más llenas de vida que nunca.

domingo, 15 de julio de 2007

Dos partes y un adentro

Tengo un amigo que se confiesa bisexual. Yo no tengo por qué dudar de él, pero mucha gente no se lo cree. Dicen que eso de ser bisexual es una mascarada para ocultar qué sé yo. Otros van más lejos y dicen que la bisexualidad no existe (éstos son los que pertenecen a la corriente que dice que tampoco existen las lesbianas, los pobres o los esquimales).
Mi amigo tiene un blog que sigo con bastante asiduidad en el que cuenta graciosas anécdotas sobre su vida, pero tiene otro, que es el que me tiene pasmada. En éste, se hace pasar por una chica lesbiana. Lo increíble del caso es lo verosímil que resulta, mucho más verosímil que éste, dónde va a parar. Simula tan bien su papel lésbico, que yo me hago la indignada y le reprocho su farsa.
-¿Cómo puedes escribir como si fueras una chica? ¿Y además lesbiana? ¿Cómo te atreves?
-Bueno, es que en realidad tengo una lesbiana dentro de mí -replica él.
Además, me explica que entre su parte heterosexual y esa chica lesbiana que habita en sus adentros, tienen a su parte homosexual bastante maniatada, ni siquiera le dejan mirar a los chicos. Por eso mucha gente no cree su bisexualidad. Bufff. Bueno, yo qué sé, son cosas de mi amigo. Por mi parte, tengo el plan de acostarme con él para ver si así puedo alcanzar a esa muchacha que vive en su interior, ver de qué pie cojea y de qué lado cruje su cintura.

sábado, 14 de julio de 2007

Top Less

No lo puedo evitar. Otra vez me quedé embobada observando a una chica haciendo top-less. Yo no hago top-less, no porque tenga vergüenza, sino porque tengo un bikini negro que me sienta genial... En fin, el caso es que no sé qué clase de pervertida soy. Cada vez que me doy cuenta de que la estoy mirando demasiado, desvío la mirada hacia otro sitio, casi avergonzada de ser tan voyeur, pero al rato mis ojos se vuelven a posar en el par de tetas. Esta vez ya era demasiado. Ni siquiera era capaz de disimular, y mis ojos no se apartaban de allí. Se iba a dar cuenta. Pero es que eran unas tetas tan hermosas, tan bien hechas y turgentes, bronceadas... En fin, no podía hacer nada.
Me dirigí hacia ella como guiada por una fuerza irresistible que me obligaba a hacer cosas que yo no deseaba.
-Disculpe, señorita -le dije. -No sé si usted lo habrá notado, pero llevo un buen rato mirándola y me gustaría decirle que es usted poseedora de dos senos notablemente hermosos. No pretendo ofenderla con mis comentarios y no quisiera que usted pensase que lo digo con ánimo de burla ni con ligereza. Por el contrario, como mujer y conocedora de un considerable número de pechos, le aseguro que los suyos destacan por su hermosura en forma, tamaño, turgencia y color por encima de la media. Por eso, sin otra pretensión que la admiración del esplendor de su piel, ¿le importaría si toco... (aprieto froto abarco araño beso chupo muerdo desgarro disculpe me voy al agua...)

jueves, 12 de julio de 2007

Siete días después

- ¿Sabes qué? -me pregunta la intrigante. Me quedo silenciosa y pensativa, tratando de descubrir si sé qué o no. LLego a la conclusión de que no.
- No, no sé -le contesto.
- Hoy hace una semana que estamos juntas -me explica sonriente.
- Mosquis -digo yo distraídamente. Estaba viendo los Simpson, no es una palabra que suela usar. O sea, ¿que ya hace una semana que esta chica está en mi cama? Bueno, es posible, puesto que hoy es jueves, y recuerdo que fue el jueves pasado cuando me compré estos pantalones que me puse nada más salir de la tienda y los llevaba cuando fui a ver a Natalia a la cafetería y me presentó a su amiga jugadora de voleyball con la que acabé en la cama... y hasta hoy.
- Te he comprado una cosa -me dice, interrumpiendo mis cálculos. Saca una caja verde y alargada y me la tiende. Supongo que mis ojos se abren como platillos volantes, pues no salgo de mi asombro.
- No tenías que comprar nada -digo yo, al borde de un ataque de pánico. No me quiero figurar lo que habrá dentro, pero se me pasan por la cabeza las cosas más espeluznantes y comprometedoras, un anillo, una pulsera con nuestros nombres, un collar para el perro que no tengo...
- Feliz primera semana -me dice la muy astronauta. -Venga, ábrelo.
Abro la caja con todas las luces de alarma encendidas, para encontrar unas tijeras de costura.
- ¿Unas tijeras? -pregunto con una sonrisa de auténtica confusión.
- Sí -responde con una risilla nerviosa.
- Bueno... Gracias -respondo yo, todavía con tono de alucinación. Ella se da cuenta de mi desconcierto y trata de explicarse.
- Son unas tijeras - repite, moviendo dos dedos de su mano, haciendo el movimiento de una tijera y al mismo tiempo dando a entender que hay un doble sentido. Es entonces cuando caigo. Captado.
- Aaaaaah. Ya. Jajaja.
En fin, mi falta de perspicacia sólo es comparable a su falta de sutileza. Le doy las gracias nuevamente por su simbólico regalo y celebramos su primera semana en mi cama (juntas, como dice ella) de la misma manera que los previos siete días, se lo pueden imaginar.

miércoles, 11 de julio de 2007

Striptease

Para ver lo que de mí queda, después de tanto tiempo escondida en el oficio de ramera de la corte de nuestras reinas, me despojé de perfumes fáciles, de todas las ropas multicolores, de la blanca dentadura de la máscara sonriente. Lo hice delante del espejo, y éste correspondió a mi honesto striptease con su honestidad reflectante. Ojalá no lo hubiese visto. Ya no importa cuánto corra, ni lo profundo que me oculte, ni las putas en que me convierta. Todo lo que soy me perseguirá sin compasión, para siempre.
Rápidamente, traté de ponerme otra vez mis trapos, pintarme, envolver mis heridas, disimular mi rostro desencajado... Pero incluso mi disfraz se había asustado y ni siquiera la máscara sonriente ya sonríe.

domingo, 8 de julio de 2007

Mordaz mordaza

Qué mordaz,
hacerte el amor amordazada
y morder los mares mortecinos
de tu mirada marciana.

Pongo lirios en tus delirios
y quiero en tus senos queroseno.

Soy la violinista violenta
violando tu vulva violeta.

sábado, 7 de julio de 2007

Ahora o nunca

- He leído tu blog -me dice Carolina sonriente. Carolina tiene veintiocho años, pero su sonrisa, sus ojos azules inocentes y sus rizos dorados dicen que sólo tiene dieciocho. Con todo esto, Carolina es feliz porque no le queda otro remedio, y sonríe como si no tuviera ninguna necesidad de disimularlo. Ahora su sonrisa y sus palabras me aludían y me dejaban sorprendida y expectante.
- Ah... -contesto yo, sin saber muy bien qué decir, tratando de devolver una sonrisa que de ninguna manera va a estar a la altura en franqueza, naturalidad o encanto.
- Escribes muy bien -me dice, apartándose un rizo dorado que le caía sobre la cara. El brillo azul de sus ojos me transporta un par de pasos hacia la osadía. Pongo un poco más de énfasis en imitar su sonrisa y me digo que ahora o nunca. Se supone que mi respuesta a su última frase es gracias y un poco de modestia, pero me propongo ir un paso más allá. Ahora o nunca.
- ¿Va un polvo?
- ¿Perdón?
Mierda. Me ha salido el tiro por la culata. Carolina está ruborizada, yo también un poco. Su cara es de genuína confusión (todo en ella es absolutamente genuíno). Yo que esperaba que nada más escuchar mi ofrecimiento ella se abalanzase sobre mí con toda su espontaneidad, saltasen los botones de las camisas, se perdieran las bragas, se derritiesen los relojes y yo la emprendería a mordiscos con su coñito suave y delicioso... En lugar de todo eso, ella está avergonzada y a punto de salir huyendo.
- ¿Eres... lesbiana? -me pregunta con auténtica sorpresa.
- Puessss... no... sólo un poco -respondo yo. Me pregunto, en primer lugar, el blog de quién habrá leído. Me pregunto, en segundo lugar, si alguna vez me llevaré a alguien a la cama gracias a este blog. Quizás así comenzaría a verle algún sentido. Lo seguiremos intentando.

miércoles, 4 de julio de 2007

Petrificación

Basta de hechizos. Hoy cerraré tus ojos y contendré tu lengua. Serás tan sólo tu cuerpo inmóvil bajo mis manos, serás tus pechos mansos y tus piernas sosegadas porque yo lo quiero. Ni un rumor liberará tu sangre. Quiero mudos tus latidos. Tersa, blanca y fría, tu carne será mi mármol, y en ella tallaré mi nombre con las uñas. Seco y pétreo, será mi ataúd el secreto entre tus piernas.

domingo, 1 de julio de 2007

Come On Baby

- Te voy a besar- me dijo ella.
- ¿Ah, sí? ¿Y dónde?- pregunté yo interesada.
- En los labios.
- Ajá.
- Y después en esas tetitas redonditas que tienes.
- Ya. ¿Y luego?
- Luego en el come on baby.
Me dio tal ataque de risa que le fue imposible besarme en los labios. Entre carcajadas le dije que se dejase de historias y que me besara directamente el come on baby. Todavía seguía partiéndome de risa mientras lo hacía.

sábado, 30 de junio de 2007

Armarios y Armarios

- ¿Te acuerdas de Jaime?
- ¿Qué Jaime?
- El tío aquel que fue al cumpleaños de Ángela.
- Ah, sí.
- Pues agárrate. Es gay.
- Joder, ya lo sé.
- ¿No te sorprende?
- Pero si fue lo primero que pensé nada más verlo. Se le nota a leguas.
- Ya, pero es que siendo concejal del PP...
- ¿Es concejal del PP?
- Pues sí...
- ¡No me jodas! Eso sí que no se lo había notado.
- ¿Verdad? Parece tan normal...

Hay diferentes maneras de sacar del armario a una persona.

jueves, 28 de junio de 2007

28-J

Cuando llega me mira sonriente, y me da un beso, se me queda mirando un rato y me dice hoy es el día, y yo le digo que sí, que ya sé, y me dice que si celebramos y yo pregunto que cómo, y ella me dice ya sabes.
El caso es que ayer no era el día y también lo hicimos, y lo mismo anteayer, así que pienso que en el fondo no estamos celebrando nada haciendo lo mismo que otras veces. Pero entonces ella abre una botella de vino, y brindamos, ella piensa en esas cosas, yo soy un poco más despreocupada con esos asuntos, vamos que soy un desastre, si por mí fuera seguro que ni celebrábamos ni nada, pero ella es así, y está bien que lo sea. El vino se me sube rápidamente, y noto las piernas flojas, en seguida ella me conducirá al cuarto, y yo le quitaré los zapatos, y ella me dirá que me quiere y yo la desabrocho y ella me despeina y yo la sujeto y ella me descifra y yo nadando y ella invirtiendo y yo prendida y ella lanzada y yo vigilante y ella latente.
Pudo haber sido como otro día cualquiera, sí, pero hoy fue el día, y habrá valido la pena que lo haya sido, por ella. Y es que quizás todos los días son el día, en el fondo, porque es ella quien hace que lo sean.

miércoles, 27 de junio de 2007

Exaltada

- ¿Te has comido la sábana? -me pregunta como sorprendida.
- Pues... sí -contesto yo...
- Pero... ¿cómo?
Su sorpresa parece auténtica. Ni que fuese su sábana favorita. Yo trato de quitarle importancia.
- Pues no sé... En medio del fragor, de la confusión... no me di cuenta.
- ¡Pero era una sábana! -exclama ella.
- Bueno, ya. Yo estaba a lo mío, ¿no? No te podrás quejar.
- Eres una salvaje -me dice, supongo que para halagarme, y lo consigue.
- La palabra es "exaltada" -corrijo yo.
- No querrás desayunar, ¿no?
- ...

martes, 26 de junio de 2007

En el periódico.

Vi tu cara en el periódico. No comprendí qué me querías comunicar. Supuse que era la noche de los muertos vivientes, pues por lo que a mí respecta... Ninguna novedad.
Escruté tu rostro, traté de interpretar esa sonrisa difusa e inamovible, ahí se ocultaba algo, era evidente, pero la criptografía de tus facciones nunca ha sido lo mío, he de admitir. No estaba segura de si preguntabas algo o respondías a todas mis viejas preguntas, ni siquiera podría asegurar si conspirabas nuevamente o pedías perdón por toda tu estela de pasos erróneos. Quizás todo era una casualidad. Pero en tu caso jamás hubo nada casual. Nada se dejaba al designio del azar, aunque quizás sí de la catástrofe. Por ello, tu presencia entre las noticias del día habría de estar perfectamente calculada para hacerse sitio entre el café y las nostalgias, y darme la oportunidad de decir maldita seas una vez más. Y qué pesada, que no puedo leer el periódico tranquila sin tener que asimilarte, que no puedes dejar de ser noticia constante, que no hay día en que tu ego no se sobreponga a mis olvidos.
Y qué pesada yo, que no consigo que me dejes en paz, que no encuentro la manera de combatir a la casualidad de que aparezcas en cualquier parte y a cualquier hora. Diez años sin verte, y viéndote sin parar. Por eso, aún ahora, contemplando tu sonrisa congelada en el periódico, mientras tu cuerpo yace inmóvil junto a ese coche destrozado y te cubren con una sábana, sé que volverás, que aparecerás nuevamente, en forma de cualquier cosa intangible para tratar de decirme qué sé yo, tus cosas.

lunes, 25 de junio de 2007

La pregunta

- ¿De dónde vienes?
Eso fue todo lo que mi pasmo me permitió preguntar. Necesitaba explicaciones a lo que acababa de suceder. Tanto voltaje, tanta humedad, tanto vértigo, tal cantidad de dinamismo incontenible... Mi pregunta no era suficiente a todo lo que mi indagación pretendía, pero no había otra que pudiera aparecer. Quizás cuando dije "dónde" quise decir de qué planeta, de qué ciudad sumergida o de qué círculo del infierno; así esperaba la respuesta. En cualquier caso, las palabras se antojaban imprecisas. Ella, levantándose de cama, mirándome seriamente, contestó:
- La pregunta no es de dónde vengo, sino a dónde voy.
Los ojos se me disparaban en ascuas. Mi ansiedad era incontrolable e inundaba las sábanas de su cama.
- ¿A dónde vas? - pregunté temblorosa, como si fuese la última pregunta de mi vida.
- A hacer el desayuno - dijo con una sonrisa delincuente, y mientras se dirigía a la cocina, sus palabras quedaron suspendidas en el aire, respondiendo a mucho más de lo que yo había preguntado. Me recogí entre las sábanas de su cama, todavía degustando sus palabras, como si fuesen el mismísimo desayuno, la merienda y la cena, tiritando de euritmia, de concordancia y de pavor.

viernes, 22 de junio de 2007

Ahogadas

Esos dientes bien caninos, esas uñas bien cuchillos, que mi escudo de escamas no sea obstáculo para que me encuentres profundamente agazapada felina con piel de crustáceo. Destrózalo todo, marca tu territorio, colonízame, abre surcos en mi carne y bebe lo que brote, que las brechas fluyan llenas y rebosen los estuarios que conducen a la armadura de mis bragas.
Escarba y desgarra, inunda a conciencia, para que el vórtice que se genere en mi útero nos absorba. Desesperadas, nos ahogaremos juntas, inmanentes, miscibles.

jueves, 21 de junio de 2007

La felicidad es un arma

- ¿Tú eres feliz? -me pregunta.
- Pues...
- Pues ¿qué? ¿Lo eres o no lo eres?
- ...
- Ya veo. O sea que no. Entonces, ¿por qué no haces lo posible por serlo?

Ah-ah. Ya la veo venir. Esta es la conversación que tengo que evitar, y sin embargo no soy capaz.
- No sé qué me quieres decir- digo ingenuamente.
- Pues ya sabes. No eres feliz porque te empeñas en lo tuyo. Si dejaras de pensar en tonterías y te acomodaras...
No sé si seguir disimulando y hacerme la tonta o disparar mi lengua. Finalmente me digo que por qué no, démosle rienda suelta.
- O sea, que me quieres decir que debería dejar de ser lesbiana. Que seré más feliz con un buen muchacho.
- Pues sí, hija mía, es verdad, entiéndelo.
- Pues no sé si podré, porque es que tengo un contrato de lesbiana que me va a durar unos cuantos años, y si lo dejo tengo que pagar una indemnización de la leche. Además ahora ya me he acostumbrado, ya sabes...
Silencio sepulcral... me huelo un ejemplo.
- Mira a tu hermana, que ya se ha echado novio, y que contenta está.
- Pues sí. Ya me he encargado yo de acostarme con su otra novia para que la atienda más a ella. Ni se te ocurra decirle nada, ¿eh?
Nuevo silencio. Turno ahora de los lamentos.
- Ay, ay, no sé qué va a ser de ti.
La verdad es que yo tampoco lo sé. Ni nadie.
- Bueno, yo creo que un poco feliz sí que soy... -acabo diciendo, posiblemente a modo de disculpa por todas mis palabras.
- ¿De verdad?
- Supongo. Y quizás seré más feliz si mañana le veo de una vez por todas las tetas a Natalia.

lunes, 18 de junio de 2007

Las amistades peligrosas

Pues no deberías haberme creído, que diría Malkovich. Todas mis palabras caen en el cesto de la traición, pero en qué boca tan grande cabría tanta falacia. ¿En la mía? Imposible. Esta carga la comparte también tu boca ingenua. Cae encima de mí con el peso de toda mi culpa, sé que lo merezco. Y aún así, tú serás la magullada. No puedo evitarlo, que diría Malkovich Malkovich. Para qué pedir perdón por lo que he hecho si ha sido con toda meditación y consciencia.
Si tan sólo yo no hubiese creído que tú no me creías... Pero yo dije créeme, y tu dijiste te creo, y era obvio que nada se correspondía con esos senos elevándose, con esa sal esparcida casi hacia el infinito de tus piernas, que aquel nudo de dedos y de látex se desenmarañaría al primer síntoma de sol en la pupila, que no durarían mucho tiempo los sujetadores por los aires ni las sábanas pegadas. En el exceso, cualquier palabra se pudo haber confundido con un aleteo de mi lengua sobre tu vientre, o quizás una fricción de mis cabellos en tu espalda pronunció mi voto firme y honesto. Todo tan accidental y fuera de lugar sobre el lomo de la noche como ahora tu lágrima repasando el rastro de mi lengua en tu mejilla, como tu ropa que todavía se demora desperdigada por la habitación, como tu cuerpo insistiéndose desnudo sin motivo, como tu misma presencia hecha trizas en la mañana. Vete.

domingo, 17 de junio de 2007

Bésame

Cuando le digo bésame ella lo hace obedientemente, y parece como que sus labios jamás hubieran dudado, como si hubieran recorrido el trayecto que los separa de los míos miles de veces. Y beben, probablemente imaginando que mi esencia es inagotable, resueltos a alcanzarlo todo, sin llegar a discernir ninguna escala, como si no hubiera diferencia entre el todo y una parte. Pero es su lengua la más lista, la más dinámica, la que enérgicamente sujeta a la mía, la estrangula, la amordaza, como si fuera consciente de que de la misma manera que dijo bésame, también podría ordenar que dejase de hacerlo.

sábado, 16 de junio de 2007

Y puse Manhattan

La última vez que corté con alguien fue porque dijo:
-A mí es que no me gusta Woody Allen.
LLevábamos a penas un par de semanas tratando de conocernos al margen de las sábanas y esa frase empezaba a dejarme con la convicción de que no quería conocer nada más, y además, con ganas de sangre.
-¿Y se puede saber qué es lo que no te gusta? ¿Qué películas has visto? ¿Has leído alguno de sus libros? ¿No te gusta cómo toca el clarinete?
-No he visto ninguna película suya.
-¿Entonces cómo puedes decir que no te gusta? -dije al borde de la indignación y de la bofetada.
-Es que no he visto ninguna película suya porque no me gusta.
En fin, iba a cortar con ella desde la primera frase, pero el resto de la conversación sirvió para que pudiera hacerlo sin ningún remordimiento.
A la mañana siguiente la eché de mi cama y puse Manhattan.

viernes, 15 de junio de 2007

Muertas

Siempre nos cuesta sincronizar relojes y latidos, y rara es la vez en que nuestra sangre fluye al paso. Mucha gente que lo consigue dice que ese es el objetivo, no sé si es verdad, pero lo nuestro es ciertamente complicado. Poniendo de nuestra parte, de vez en cuando logramos a duras penas que nuestro tic-tac sea simultáneo, y parece que en nuestras venas la circulación es semejante...
Pero en esta época del año, no hay ninguna posibilidad. Echémosle la culpa a las condiciones meteorólogicas, a la primavera en sí, a las mareas... Yo no lo sé. Es imposible seguirte el ritmo, y al mismo tiempo yo misma sufro unas fluctuaciones en el compás que te dejan rezagada, o de repente una de las dos descarrila, y nuestro corazón se sale de su órbita. No nos encontramos. Nuestra sangre comienza a desbocarse, su caudal aumenta y se desborda. Con todos estos estados alterados, tendemos a olvidarnos, y pasa mucho tiempo antes de que podamos organizarnos de nuevo. Volverá el invierno, y entonces pensaremos que valdrá la pena intentar la fatigosa sincronización, hasta una nueva primavera en la que todo se salga de tiesto.

Muertas, será la única manera de acompasarnos, cuando nuestro latido coincida en su omisión, nuestros relojes en su hora inamovible, y nuestra sangre estancada no galope incontrolable. Quizás así nos esperemos, muertas.

lunes, 11 de junio de 2007

Diosa atea

Me parece que te equivocas. O quizás soy yo quien se equivoca, con mi constante ingenuidad.
Mi radar localizó la frecuencia de tu sonrisa, y una vez detectadas las coordenadas de tus piernas, los focos de mi mirada te han iluminado, y te hemos identificado. Tu manera de esquivar mis intenciones no hace más que delatarte, todo en tu cuerpo es testimonio de tu carácter, hasta tu médula confirma la tendencia de tu fragancia.
Te equivocas.
O engaña tu sonrisa.
O estás loca.
O mi radar está embotado.
O yo estoy loca.
O me he convertido en una diosa atea buscando a otra diosa.

domingo, 10 de junio de 2007

Puzzle

Somos dos piezas de un puzzle. No importa en qué postura nos situemos, nuestros cuerpos siempre encajan sin que sobre ni un sólo resquicio de aire entre nosotras. Podríamos pasarnos el resto de nuestras vidas así, unidas, sin abrir la boca...
Es al abrir la boca cuando todo empieza a ir mal. Entramos en el terreno de los malentendidos, de las suspicacias, de los apuros. Nuestros labios, fuentes de miel en contacto, se han convertido en armas de fuego de la palabra. Ella es insoportable. Yo insufrible. Todas sus frases irritan. Las mías son irritantes. En cualquier momento nos enganchamos, y nuestros cuerpos vuelven a ensamblarse fácilmente, balsámicamente, pero nuestras bocas en pie de guerra continúan contrariando. Al borde del desquicio, nuestros cerebros se vuelven polos iguales que por fuerza repelen nuestros cuerpos definitivamente. Fin de la guerra, se deshace el puzzle para siempre.
Por eso, si alguna vez resuelvo un rompecabezas, no tardo en deshacerlo y guardarlo en un armario empotrado. Tengo la sensación de que las piezas se llevan mal, no se soportan.

jueves, 7 de junio de 2007

Debate interminable

Las ideas de Silvia siempre me sorprenden. No puedo hacer otra cosa que estar en desacuerdo con ella, aunque a veces pueda tener razón. Ahora su teoría es que me acuesto con Juanjo para evitar que éste se acueste con Natalia, que es con quien realmente quiero acostarme yo. Yo alego que su teoría no es más que un disparate, otro delirio de los suyos, y acabo por acostarme con ella para demostrarlo. No sé si finalmente he logrado probar nada, pues ella insiste en lo mismo. Creo que lo hace para que me esfuerce más. Y en eso estamos, en un debate interminable de manos y pieles en el que yo trato de convencerla y ella de no dejarse convencer.

martes, 5 de junio de 2007

Quién puede...

Ayer vino mi tía con su hijo, mi primo Miguel. Qué rico. Once años de inocencia, inquietud y cúmulo de preguntas.
-¿Es verdad que te gustan las chicas? -me dice a voz en grito, poniendo a su madre del color de la sangría.
-¡Miguel! -le grita su madre, medio engullida por la tierra. Bien por Miguel, las cosas claras. Hoy no soy yo la delatada, sino mi tía.
-¿Eres una chica-chico? -insiste mi primito.
-¡Miguel, calla ya! -exclama mi tía, al borde de la muerte por vergüenza cardiovascular. Yo sonrío a todo el mundo, fingiendo que oculto cierto escándalo, pero pasándolo en grande en realidad. ¿Alguna pregunta más? Prepárense.
-¿Te vas a cambiar de sexo?
Mi primo es desalojado, amordazado y azotado. Se zanja el asunto. Mi tía es ahora una sudorosa mujer que no sabe cómo disculparse. Ya. Niños. Qué ocurrencias. De dónde sacarán esas cosas.

lunes, 4 de junio de 2007

(IN)DISCRECIÓN

"Qué pena. Con lo guapa que es. Nadie lo diría. Mira tú qué desperdicio. Pues fíjate tú que va muy mona... Bah, serán tonterías, seguro que después asienta la cabeza y se le pasa, en cuanto conozca a un chico majo... Será por llamar la atención nada más. De todas formas, qué tristeza para su madre que sea así".

Me pregunto qué demonios he hecho mal para que sepa tanto de mí pero no sepa que es su hija la que lleva dos semanas en mi cama investigando entre mis piernas. La muy maldita, la muy silenciosa y discreta... Me sorpende porque después, qué escandalosa resulta cuando soy yo la que investiga entre las suyas.

domingo, 3 de junio de 2007

Pies (para qué os quiero)

Tienes los pies más bonitos que he visto, me dice. Sí eso se lo dirás a todas, le digo. Ofrendo mis pies, lentamente. Su dedo apenas hace cosquillas, pero un escalofrío zarpa por mi zarpa y se interna por las piernas. Pies para desayunar, blancos, cóncavos y susceptibles.
Al final, acabo creyéndolo. Mis pies son los más bonitos que existen. Saben besar, saben acariciar y soy capaz de seducir moviendo los dedos. Y eso hago, con una pequeña onda de insinuación podosugestiva, para acabar ofrecida y expuesta a cualquier cosa que me haya merecido. Lo he merecido todo, por lo visto...
Muy bien. Aquí tiene una foto firmada de mis pies. Para que no se le olviden, y sus pies la traigan pronto a usted con toda su lengua nuevamente hacia los míos.

viernes, 1 de junio de 2007

Entrevista

Mira, a la mierda, ni me depilo ni nada. Ni una raya de pintura ni un gramo de laca. De hecho, hoy ni me pongo sujetador.
-Buenas tardes, estoy aquí por lo del anuncio.
Mirada de arriba a abajo, de abajo a arriba, larga pausa en las tetas, cara de sorpresa.
-Sí, siéntese... ¿Qué experiencia tiene?
-La que usted quiera darme.
Vaya estúpida manera de decir que ninguna. Creo que es el fin de la entrevista. Sonrisilla estúpida.
-Bueno... deje su currículum en la papelera... digo en la mesa, y ya la llamaremos...
-Muy bien. ¿Se da cuenta de que no me he depilado para venir aquí? Y no lo haré hasta que me llamen. Y de lo del sujetador... creo que si me emplean ustedes no lo volveré a llevar.
-Es que... comprenderá que sin experiencia previa...
-¡Pero fíjese cómo celebro los goles!
Me levanto la camiseta, me cubro con ella la cabeza y comienzo a correr por la oficina, hasta que me golpeo contra un perchero.
-¿Está usted bien, señorita?
En fin, eso de señorita ha sido humillante, y ha sonado a que no me van a dar el trabajo de futbolista, ni habiendo enseñado las tetas.

jueves, 31 de mayo de 2007

Bienvenida.

Siento decirte que esta cama no es una cama.
También debo recordarte que has entrado en ella por voluntad propia.
¿Por qué no te he avisado de que era una telaraña?
Bueno, en aquel momento no me pareció importante mencionarlo.
Si ahora estás atrapada es sólo culpa tuya.
Sé que habrías venido de todas maneras.
La he tejido con mi propio pubis.
A base de desencuentros y tortazos.
Acostúmbrate a ella.
Y a mi lengua.
Bienvenida.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Si y sólo si.

Si existe el amor, espero que exista el amor de mi vida;
si existe el amor de mi vida, espero encontrarlo;
si lo encuentro, espero darme cuenta;
si me doy cuenta, espero asumirlo;
si lo asumo, espero decidirme;
si me decido, espero conquistarlo;
y si lo conquisto, espero no perderlo.

A estas dificultades hay que añadir:
que si existe el amor de mi vida, espero ser el amor de su vida,
que me encuentre,
que se dé cuenta,
que lo asuma,
que se decida,
que me conquiste,
y que no me pierda.

Pero todo esto, tan sólo si existe el amor, claro.

martes, 29 de mayo de 2007

La última lección

"La belleza está en los ojos de quien la mira", decía la profesora de "Estética". Y lo decía mirando hacia mí, sonriente, insinuante, como si pretendiese aludirme con su frase. Yo tomaba apuntes ávidamente, levantaba la cabeza, y también le sonreía, fascinada. No me perdía ni una sola de sus palabras, ni una sola de sus sonrisas, ni uno solo de sus pasos que desplegaba lenta y elegantemente por la clase, ligera, como si volase sobre todos nosotros con su leve cuerpo de estrecha cintura y pechos pomelo. Posiblemente era la profesora más sonriente que hubiese tenido nunca, y juraría que todas las sonrisas iban dedicadas a mí con toda intención, lo cual me hacía devorar con todavía más ansia cada palabra, cada gesto, cada tramo de su vuelo.

Poco a poco comencé a perder interés en las demás asignaturas, pero era la más aplicada y ansiosa en cuanto a "Estética" se refería. Había una conexión profunda y especial entre la profesora y yo. Yo era la única que era capaz de captar la diferencia que había cuando la profesora decía "Belleza" y cuando decía "belleza", cuando decía "Estética" y cuando decía "estética". Comprendía el significado que tenía el más mínimo movimiento de sus manos, desentrañaba todos los matices que desplegaba uno solo de sus parpadeos, y ella se daba cuenta de ello. A veces, un gesto con su mano suponía una aclaración que me hacía a mí exclusivamente, y no hacía falta más. Yo me lanzaba a tomar apuntes de lo que ese gesto había significado, a continuación levantaba la cabeza, sonreía y mis ojos engullían nuevamente a la profesora, que me dedicaba toda una galería de sonrisas, gestos, palabras y guiños exclusivos, íntimos, incitantes.
El día en que me decidí a ir a su despacho, no tenía ni idea de qué le iba a decir. Había tantas cosas que quería decirle... Sin embargo, también había tantas cosas que ya nos habíamos dicho sin decir ni una palabra que quizás sobrase todo lo que pudiésemos hablar. Por ello, simplemente llamé a la puerta y abrí, sin pensar ninguna razón para mi visita. Ella levantó la vista, y sonrió al verme, pero yo, por primera vez, no estuve muy segura del significado de su sonrisa. Evidentemente, ella entendió mi confusión inicial, y matizó su sonrisa levemente, cerrando un poco los labios, es decir, invitándome a entrar, pero al mismo tiempo reprochándome el que no hubiese ido antes. Yo me mordí un labio, como diciendo que lo sentía, y ella me lanzó un nuevo reproche al pasar su mano por la nuca. "¿Y si fuese tarde?", parecía decir. Yo me quedé muda, es decir, inmóvil.
- Hola -dijo por fin, perdonándome sinceramente. - Pasa y siéntate.
Sus manos extendidas y el contrapunto de las sílabas tónicas con las átonas convidaban a la relajación. Pero yo no era capaz de relajarme. De pronto eran demasiados los gestos, demasiadas las palabras, apenas tenía tiempo de estructurar con coherencia la avalancha de significados que mi profesora me enviaba. La camiseta de tirantes que moldeaba su pequeño cuerpo decía cosas que contradecían a los lunares de su cuello, sus movimientos de cabeza decían lo contrario que su caída de párpados, y en su sonrisa cada diente negaba al diente anterior. Era más de lo que podía soportar. No pude controlarme y me eché a llorar. Ella se levantó, y flotando como sólo ella sabe, se acercó a mí, me tomó la mano y me acarició el pelo.
- Esta asignatura no es fácil. Especialmente para alguien que la entiende.
-No es la asignatura -logré decir entre balbuceos. No podía parar de llorar, pero en ese momento lo hacía ante la idea de quizás en cualquier instante ella dejaría de tocarme.
- Ya lo sé -dijo ella. Sus manos se posaron en mis hombros, acariciaron mi cuello, descendieron por mis brazos y agarraron mis manos fuertemente. Cuando levanté los ojos, llenos de lágrimas, encontré los suyos, llenos de firmeza, pero también de piedad, de tristeza, de profunda resignación. Entonces acercó su mejilla a la mía, y susurró:
- Esta es la última lección. La más difícil.
Sentí sus labios en mi mejilla, congelados, durante tres segundos. Era un beso doloroso, pero mucho más doloroso por su brevedad. Pensé que moría durante el contacto de sus labios, pero mucho más muerta me dejaba la ausencia de ellos. Al momento, otro nuevo beso me quemaba la piel. Mis labios, desesperados, buscaron los suyos, pero ella alzó su dedo y me detuvo.
- Tan sólo escucha -susurró, y fueron sus labios los que encontraron los míos como una navaja insertándose en una esponja. Después se separó y regresó a su silla. Yo me levanté temblando, exausta. La miré, sin saber qué hacer, pero inmediatamente me di cuenta de que la lección había terminado. Esta vez los apuntes estaban sobre mi piel, sobre mis labios, podía sentirlos abrasándome y esparciendo su picazón por todo mi cuerpo. Salí del despacho de mi profesora, mientras su mirada me confirmaba que, en efecto, era evidente la diferencia entre "amor" y "Amor".

lunes, 28 de mayo de 2007

Exploraciones

Me acerqué muy despacio, por detrás, sin hacer ruído, y delicadamente, sin asustarla, separé su pelo y aproximé mi boca a su oreja.
- ¿Qué haces? -preguntó ella entre divertida y sorprendida.
- Nada -le susurré, casi con mis labios pegados a su pequeña oreja, tratando de improvisar alguna excusa. - Sólo quería comprobar... que tienes orejas. Nunca te las había visto, tras tu pelo.
- Pues ya ves que sí -añadió ella riéndose, apartando su pelo y dejando ver sus dos orejas, redondas, simétricas, diminutas, blancas, blandas, esponjosas... - Qué cosas tienes.
Me pregunto si también tiene pezones. Tras el éxito de la exploración de hoy, estoy dispuesta a volver a la carga mañana.

Estos tíos...

- Qué mal me cae Juanjo - me dice Natalia. Además, noto que lo dice buscando mi complicidad, supongo que le debo decir que a mí también. El caso es que a mí no me cae mal.
- ¿Sí? - pregunto yo, distraídamente. - Bueno...
- Es un capullo- añade ella. - Y un cerdo. No deja de mirarme las tetas.
- Oh, ¿de verdad...? - balbuceo yo, alzando mi mirada, que se había perdido una vez más en las tetas de Natalia. - Estos tíos...
Natalia me sonríe, y sus ojos me acogen, casi me abrazan, retienen a los míos durante un instante, hasta que en el menor descuido, regresan a sus tetas. Qué cerdo el Juanjo.

sábado, 26 de mayo de 2007

Presente, pasado y futuro.

Me dice Natalia que le parece muy bien que no me acueste con Juanjo sólo porque él quiera hacerlo. No sé cómo tomarme sus palabras, pero sólo me queda la opción de tomármelas por el camino que a mí me interesa. Lo que yo no le digo a Natalia es que ya me he acostado con Juanjo dos veces en los últimos quince días, y claro, no se lo digo porque en realidad lo que quiero es acostarme con ella, y supongo que si confieso no va a ser muy útil para mis intereses.
De todas maneras, a quien sí que se lo he dicho fue a Ana. Nuestra conversación discurrió por cauces tranquilos, adultos. Se lo tomó con aparente tranquilidad, pero es evidente que todo eso pone un definitivo punto y final a lo nuestro. Es una manera fea de hacerlo, pero supongo que efectiva.
Por lo demás, no crean que esto es un diario. Es que quería ver cómo sonaba esta historia desde la perspectiva del presente y poder compararla con la perspectiva de mañana, si es que algo ha cambiado.

jueves, 24 de mayo de 2007

Es lo que tiene

El día en que le comuniqué a mi madre que me gustaba más la cajera del supermercado que el simpático profesor particular de mi hermana, me sentí decepcionada. Yo me había preparado para un disgusto inconsolable, un melodrama descomunal, shock traumático, muchas lágrimas e incluso que me enviasen a una terapia de electro-shock, pero no sucedió nada de eso. Lo que es más, mi madre, tan tranquila, me responde que ya lo sabía. Perpleja me deja, madre.
-Pero bueno, mamá, ¿cómo que ya lo sabes?
-Las madres lo sabemos todo.
Ya. Y yo a creerlo. Qué manera de chafarme mi sorpresa. Pero bueno, mi madre acabó por explicarme por qué lo sabía.
-De pequeña, cuando ibas a la guardería, siempre pegabas a los niños.
Ah, claro, eso lo explica todo. Se empieza pegando a los niños en la guardería y el siguiente paso es comer coños en la universidad. Es lo que tiene.

miércoles, 23 de mayo de 2007

El regreso de la lluvia

I

No dejo de preguntarme si habrías hecho lo que hiciste si hubieras sabido cómo me hiciste sentir. No creo que debamos seguir, fue tu sutil manera de decirlo, y por teléfono. Al principio me sonó absurdo, como si no supiese de qué me estabas hablando. ¿Había algo con lo que dejar de seguir? Pero sí, era obvio. Que no querías verme más, en resumidas cuentas. Por un segundo pensé que no pasaría nada si tú no eras capaz de darme razones convincentes, y ya podían ser buenas. Pero al segundo siguiente me di cuenta de que en realidad eso no importaba. Tú estabas decidida, y yo sentenciada a cien años de soledad. Como último y desesperado intento, traté de buscar en la filmoteca de mi cabeza alguna frase mágica de película que lo solucionase todo, que te hiciese cambiar de opinión, y que acabases pidiéndome perdón y proclamando entre lágrimas cuánto me amabas... Pero esa frase no existía, y era más que probable que la de las lágrimas fuese yo. Aferrándome a mi orgullo, te colgué el teléfono sin despedirme, dejándote con la palabra en la boca tras tu indignante pregunta de si me encontraba bien. Por supuesto que no me encontraba bien. Me tiré en la cama boca abajo, dispuesta a hacerlo lo mejor posible en cuanto al llanto, pero no fui capaz. El drama era absoluto y evidente, todo a mi alrededor lloraba, cada parte de mi cuerpo lloraba a su manera, pero yo no era capaz de orquestar un llanto colectivo que me permitiese liberar algunas lágrimas. Pensé en llamarte de nuevo, no sé si para pedir más explicaciones, para insultarte o para concertar un polvo de despedida, pero decidí no caer más bajo, y puesto que no lloraba, me levanté de cama y me dediqué a compadecerme en silencio.

II

Supongo que no lo pasabas muy bien conmigo. Admitirás que tuvimos nuestros momentos buenos, pero la verdad es que yo tampoco lo pasaba muy bien. Éramos distintas, sí, pero de ahí a dejarlo... Una siempre necesita alguien a quien aferrarse, y en nuestro caso todo el mundo sabe que las cosas no son especialmente fáciles, así que seguir a pesar de todo era la opción más sencilla. Suena patético, lo sé, pero debes comprender que entonces mi posición parecía la de un náufrago en el oscuro mar de la soledad. ¿O de la traición? ¿Me sustituías? ¿Había otra? ¿Había otro, maldita sea? Mis teorías conspirativas se vieron interrumpidas por la llamada de Sergio.
Sergio me sacó de casa y prestó oídos a todas mis quejas. Descargué toda mi rabia, toda mi tristeza y todo mi terror a la soledad mientras él escuchaba, asumía y casi diría que interiorizaba todo cuanto le contaba. Le confesé cómo a pesar de lo cruel que habías sido todavía te quería, cómo me estaba volviendo loca ante la idea de no volver a verte. Mientras tanto, llovía. LLovía en proporción a mis sentimientos, tronaba, diluviaba y hacía un frío desolador. Sergio y yo nos refugiamos un rato en una cafetería para rociar con alguna infusión toda la angustia de mi pecho y acabar de desenvolver la frustración que me habías dejado.
Cuando paró de llover un poco, salimos de la cafetería. Caminamos en silencio por la plaza, compartiendo el mismo frío en los huesos. Nuestros ojos se cruzaron, y le lancé una sonrisa agradecida. Él me la devolvió, y por fin, tras tanto tiempo de dolor seco, lloré, al mismo tiempo que comenzaba a llover de nuevo fuertemente. Sergio me abrazó, bajo la lluvia, en medio de la plaza desierta. Nos miramos a la cara. Todo irá bien, me dijo, y nos besamos. Beso bajo la lluvia con sabor a lágrimas de desahogo. Dudé un instante. Pensé en ti, quizás.
- Sergio... -dije. - Yo no te quiero.
- Lo entiendo -contestó él. Entonces le bajé la cremallera del pantalón y se la chupé. La lluvia fue nuestro testigo, y después, ella misma borró las pruebas.

III

Amanecí necesitando. Era una sensación extraña, como si me faltase algo que siempre había dado por supuesto. Era como mirar en el espejo y no verme reflejada, o como si no pudiese encontrarme los pezones. Simplemente necesitaba, y era angustioso. Aún recordaba el sueño que acababa de tener. Salía de casa para dirigirme a la manifestación que yo misma había convocado con el lema "no creo que me debas dejar". Pero nadie se unía a mi causa. Era una manifestación de una sola persona, de ninguna según las fuerzas de orden público. Luego aparecía Sergio, y los dos cogidos de la mano desfilábamos por toda la ciudad en una patética protesta que a nadie importaba.
Odiaba la mañana. Era impenetrable, triste, una pequeña celda sin más alimento que la necesidad. Necesidad de huír, de escapar de esa soledad matinal que me oprimía. Necesidad del teléfono, de llamarte, de solucionar contigo mi vida, porque en algún lugar debería quedarte algo de piedad para gastar en mí, porque tú debías escucharme, escucharme como lo había hecho Sergio... Sergio...
Sergio. De pronto sentí la imperiosa necesidad de estar de nuevo con él, de encontrar aquellos labios pegados a los míos bajo el refugio de la lluvia, de contarle otra vez todo lo que sufro por ti.
Por ti. Porque eras tú la que tenía el poder de salvarme. Quería oír de nuevo tu voz diciéndome que me querías, que habías cambiado de opinión, que íbamos a estar juntas para siempre.
Y también quería oír la voz de Sergio, diciéndome que todo iba a ir bien, demostrando que me comprendía, que compartía mi soledad y mi dolor.
Sergio... Tú... Sergio... Tú... O los dos, o ninguno, o una mezcla de ambos en una sola persona, ¿por qué me tenía que pasar esto a mí? ¿Por qué continuaba necesitando de esa manera? ¿Por qué no podía mandar todo a la mierda y ser feliz? Sergio... Tú... La confusión se desplegaba espesa por toda yo. Toda mi salvación consistía en llamar por teléfono, lo cual era bastante patético. Así pues, cogí el auricular, sin saber a quién llamar, pero deseando fortísimamente no equivocarme de persona.

Exploración suicida

Exploro tu cuerpo
como una astronauta demente,
sin poder tocar membranas sensibles,
sin pisar tanta mina anti-lesbiana.

Tras haber nadado toda la noche,
la gravedad se ha vuelto espesa,
y yo, con escamas en el vientre,
regreso a casa recogiendo los trozos de carbón
que alguna vez fueron mis labios.

lunes, 21 de mayo de 2007

Ligarse a una azafata

Nunca he conseguido ligarme a una azafata. Al menos nunca en un avión. Y mira que lo intento. Las veo pasar, guapísimas con sus maquillajes perfectos, sus sonrisas amables, lo bien que huelen... Yo también destapo la esencia de mis encantos, les sonrío, las miro coquetamente, les lanzo cualquier indirecta. Pero nada, es imposible. Un día pensé que lo había conseguido, cuando una azafata me lanzó el café por encima de la blusa. Me pareció que lo había hecho con toda la intención, y mientras me pedía mil perdones, me acompañó a los lavabos. Allí con una toallita húmeda trató de limpiarme las manchas del café que yo ya había intencionadamente dejado llegar hasta mis vaqueros. Mientras ella se dedicaba a frotar mi ropa con la toallita, inclinada sobre mí, dejándome ver su escote, le puse inocentemente una mano en la cintura. ¿Qué clase de perfume llevan las azafatas? ¿Qué clase de sonrisa desarmante usan? ¿Qué magia es ésa que les permite hipnotizar con ese uniforme fascinante?
-Bueno, ya está -dijo de pronto.
-¿Qué? -pregunté yo, como regresando de un hechizo y retirando mi mano de su cintura.
-Ahora espere a que seque. Lo siento mucho.
-No te preoucpes -repliqué, guiñando torpemente un ojo. -¿Cuándo me echas el azúcar?
Como indirecta, he de admitirlo, no es que fuera especialmente brillante. Ni sutil. Ni nada. Vamos, que ni se enteró. Admito que soy bastante torpe en una situación así. Pero para torpe, ella, que ni siquiera me había tirado el café a propósito.

Platón

Platón siempre ha definido muy bien nuestra relación. Al principio, las laderas de tus senos estaban tan alejadas de mis costas que las separaba todo un océano de amor platónico.
Y ahora, que te tengo desnuda sobre mi lecho, abierta de piernas, me acerco y contemplo extasiada el mito de la caverna.

domingo, 20 de mayo de 2007

¿Cómo hacer callar a un sapo?

Yo no voy besando sapos por las esquinas en busca de las metamorfosis de los cuentos. Yo tan sólo me tiendo bajo sus lenguas, y cierro los ojos fuertemente, y susurro "calla sapito, y aprieta".
La ilusión de los mil y un suspiros se quiebra en mil silencios que a su vez se fragmentan en inevitables sapismos. Ni yo me he convertido en rana, ni el sapo en azafata.

Háblame

Quiero hablarte. Pero esta vez, aunque sea cara a cara, dejemos nuestros rostros al margen. No quiero expresión, no quiero que la subjetividad de una lágrima o del brillo de una sonrisa lo estropee todo. Si eres diamante, si eres actriz, o eres azafata, lo sabré de todos modos. Deja tu rostro en el vestíbulo y háblame, con todo tu cuerpo, que tus piernas me digan con todo su sabor de qué huyen, que sean tus brazos los que expongan sus miedos sobre los míos, que el dulzor de tus pechos mansos se anticipe a las preguntas saladas de mis manos. Y yo, de par en par, como una pista de aterrizaje, seré limpia en mis atenciones, seré antes yo que quien esperas, por una vez, y mi sabor será mi sabor, por una vez.
Digámonos la verdad ahora. Recoge tu rostro y tus bragas al salir.

sábado, 19 de mayo de 2007

NADA

Cualquier poema que escriba hoy
será mentira;
será falsa toda canción triste,
toda lágrima recorriendo mi cara;
mi lamento no será cierto,
ni mis palabras amargas,
ni soñarte despierta,
ni desearte abierta en mi espalda,
ni sentir tu dedo
en mi pecho,
ni gritar,
ni morir.

Hoy el silencio,
el folio en blanco,
la parálisis,
el autismo,
la nada,
es la mejor manera de expresarlo todo.

Mamífera

Perdóname.
Te había juzgado mal.
Pensé que pertenecías al grupo reptilia.
Pero he comprobado que no. Eres mamífera.
Te quiero.

Sapos

Estoy desnuda,
soñándome dormida desnuda
con los mil sapos verdes
que me lamen el cuerpo
provocándome un placer insospechado,
sospechoso,
enfermizo,
grotesco,
que no comprendo por qué
es placer.

¿Y para qué voy a aspirar
a soñarte desnuda,
queriéndoteme desnuda,
lamiendo nuestros cuerpos desnudos,
provocándonos placeres sospechados
y sospechados,
llenos de carpes,
de diems,
de rimas consonantes,
de cromosomas X,

si al final todo acaba,
todo se pierde y añora,
todo es pasado o un sueño,
menos los sapos,
que sapos siempre hay?