sábado, 30 de junio de 2007

Armarios y Armarios

- ¿Te acuerdas de Jaime?
- ¿Qué Jaime?
- El tío aquel que fue al cumpleaños de Ángela.
- Ah, sí.
- Pues agárrate. Es gay.
- Joder, ya lo sé.
- ¿No te sorprende?
- Pero si fue lo primero que pensé nada más verlo. Se le nota a leguas.
- Ya, pero es que siendo concejal del PP...
- ¿Es concejal del PP?
- Pues sí...
- ¡No me jodas! Eso sí que no se lo había notado.
- ¿Verdad? Parece tan normal...

Hay diferentes maneras de sacar del armario a una persona.

jueves, 28 de junio de 2007

28-J

Cuando llega me mira sonriente, y me da un beso, se me queda mirando un rato y me dice hoy es el día, y yo le digo que sí, que ya sé, y me dice que si celebramos y yo pregunto que cómo, y ella me dice ya sabes.
El caso es que ayer no era el día y también lo hicimos, y lo mismo anteayer, así que pienso que en el fondo no estamos celebrando nada haciendo lo mismo que otras veces. Pero entonces ella abre una botella de vino, y brindamos, ella piensa en esas cosas, yo soy un poco más despreocupada con esos asuntos, vamos que soy un desastre, si por mí fuera seguro que ni celebrábamos ni nada, pero ella es así, y está bien que lo sea. El vino se me sube rápidamente, y noto las piernas flojas, en seguida ella me conducirá al cuarto, y yo le quitaré los zapatos, y ella me dirá que me quiere y yo la desabrocho y ella me despeina y yo la sujeto y ella me descifra y yo nadando y ella invirtiendo y yo prendida y ella lanzada y yo vigilante y ella latente.
Pudo haber sido como otro día cualquiera, sí, pero hoy fue el día, y habrá valido la pena que lo haya sido, por ella. Y es que quizás todos los días son el día, en el fondo, porque es ella quien hace que lo sean.

miércoles, 27 de junio de 2007

Exaltada

- ¿Te has comido la sábana? -me pregunta como sorprendida.
- Pues... sí -contesto yo...
- Pero... ¿cómo?
Su sorpresa parece auténtica. Ni que fuese su sábana favorita. Yo trato de quitarle importancia.
- Pues no sé... En medio del fragor, de la confusión... no me di cuenta.
- ¡Pero era una sábana! -exclama ella.
- Bueno, ya. Yo estaba a lo mío, ¿no? No te podrás quejar.
- Eres una salvaje -me dice, supongo que para halagarme, y lo consigue.
- La palabra es "exaltada" -corrijo yo.
- No querrás desayunar, ¿no?
- ...

martes, 26 de junio de 2007

En el periódico.

Vi tu cara en el periódico. No comprendí qué me querías comunicar. Supuse que era la noche de los muertos vivientes, pues por lo que a mí respecta... Ninguna novedad.
Escruté tu rostro, traté de interpretar esa sonrisa difusa e inamovible, ahí se ocultaba algo, era evidente, pero la criptografía de tus facciones nunca ha sido lo mío, he de admitir. No estaba segura de si preguntabas algo o respondías a todas mis viejas preguntas, ni siquiera podría asegurar si conspirabas nuevamente o pedías perdón por toda tu estela de pasos erróneos. Quizás todo era una casualidad. Pero en tu caso jamás hubo nada casual. Nada se dejaba al designio del azar, aunque quizás sí de la catástrofe. Por ello, tu presencia entre las noticias del día habría de estar perfectamente calculada para hacerse sitio entre el café y las nostalgias, y darme la oportunidad de decir maldita seas una vez más. Y qué pesada, que no puedo leer el periódico tranquila sin tener que asimilarte, que no puedes dejar de ser noticia constante, que no hay día en que tu ego no se sobreponga a mis olvidos.
Y qué pesada yo, que no consigo que me dejes en paz, que no encuentro la manera de combatir a la casualidad de que aparezcas en cualquier parte y a cualquier hora. Diez años sin verte, y viéndote sin parar. Por eso, aún ahora, contemplando tu sonrisa congelada en el periódico, mientras tu cuerpo yace inmóvil junto a ese coche destrozado y te cubren con una sábana, sé que volverás, que aparecerás nuevamente, en forma de cualquier cosa intangible para tratar de decirme qué sé yo, tus cosas.

lunes, 25 de junio de 2007

La pregunta

- ¿De dónde vienes?
Eso fue todo lo que mi pasmo me permitió preguntar. Necesitaba explicaciones a lo que acababa de suceder. Tanto voltaje, tanta humedad, tanto vértigo, tal cantidad de dinamismo incontenible... Mi pregunta no era suficiente a todo lo que mi indagación pretendía, pero no había otra que pudiera aparecer. Quizás cuando dije "dónde" quise decir de qué planeta, de qué ciudad sumergida o de qué círculo del infierno; así esperaba la respuesta. En cualquier caso, las palabras se antojaban imprecisas. Ella, levantándose de cama, mirándome seriamente, contestó:
- La pregunta no es de dónde vengo, sino a dónde voy.
Los ojos se me disparaban en ascuas. Mi ansiedad era incontrolable e inundaba las sábanas de su cama.
- ¿A dónde vas? - pregunté temblorosa, como si fuese la última pregunta de mi vida.
- A hacer el desayuno - dijo con una sonrisa delincuente, y mientras se dirigía a la cocina, sus palabras quedaron suspendidas en el aire, respondiendo a mucho más de lo que yo había preguntado. Me recogí entre las sábanas de su cama, todavía degustando sus palabras, como si fuesen el mismísimo desayuno, la merienda y la cena, tiritando de euritmia, de concordancia y de pavor.

viernes, 22 de junio de 2007

Ahogadas

Esos dientes bien caninos, esas uñas bien cuchillos, que mi escudo de escamas no sea obstáculo para que me encuentres profundamente agazapada felina con piel de crustáceo. Destrózalo todo, marca tu territorio, colonízame, abre surcos en mi carne y bebe lo que brote, que las brechas fluyan llenas y rebosen los estuarios que conducen a la armadura de mis bragas.
Escarba y desgarra, inunda a conciencia, para que el vórtice que se genere en mi útero nos absorba. Desesperadas, nos ahogaremos juntas, inmanentes, miscibles.

jueves, 21 de junio de 2007

La felicidad es un arma

- ¿Tú eres feliz? -me pregunta.
- Pues...
- Pues ¿qué? ¿Lo eres o no lo eres?
- ...
- Ya veo. O sea que no. Entonces, ¿por qué no haces lo posible por serlo?

Ah-ah. Ya la veo venir. Esta es la conversación que tengo que evitar, y sin embargo no soy capaz.
- No sé qué me quieres decir- digo ingenuamente.
- Pues ya sabes. No eres feliz porque te empeñas en lo tuyo. Si dejaras de pensar en tonterías y te acomodaras...
No sé si seguir disimulando y hacerme la tonta o disparar mi lengua. Finalmente me digo que por qué no, démosle rienda suelta.
- O sea, que me quieres decir que debería dejar de ser lesbiana. Que seré más feliz con un buen muchacho.
- Pues sí, hija mía, es verdad, entiéndelo.
- Pues no sé si podré, porque es que tengo un contrato de lesbiana que me va a durar unos cuantos años, y si lo dejo tengo que pagar una indemnización de la leche. Además ahora ya me he acostumbrado, ya sabes...
Silencio sepulcral... me huelo un ejemplo.
- Mira a tu hermana, que ya se ha echado novio, y que contenta está.
- Pues sí. Ya me he encargado yo de acostarme con su otra novia para que la atienda más a ella. Ni se te ocurra decirle nada, ¿eh?
Nuevo silencio. Turno ahora de los lamentos.
- Ay, ay, no sé qué va a ser de ti.
La verdad es que yo tampoco lo sé. Ni nadie.
- Bueno, yo creo que un poco feliz sí que soy... -acabo diciendo, posiblemente a modo de disculpa por todas mis palabras.
- ¿De verdad?
- Supongo. Y quizás seré más feliz si mañana le veo de una vez por todas las tetas a Natalia.

lunes, 18 de junio de 2007

Las amistades peligrosas

Pues no deberías haberme creído, que diría Malkovich. Todas mis palabras caen en el cesto de la traición, pero en qué boca tan grande cabría tanta falacia. ¿En la mía? Imposible. Esta carga la comparte también tu boca ingenua. Cae encima de mí con el peso de toda mi culpa, sé que lo merezco. Y aún así, tú serás la magullada. No puedo evitarlo, que diría Malkovich Malkovich. Para qué pedir perdón por lo que he hecho si ha sido con toda meditación y consciencia.
Si tan sólo yo no hubiese creído que tú no me creías... Pero yo dije créeme, y tu dijiste te creo, y era obvio que nada se correspondía con esos senos elevándose, con esa sal esparcida casi hacia el infinito de tus piernas, que aquel nudo de dedos y de látex se desenmarañaría al primer síntoma de sol en la pupila, que no durarían mucho tiempo los sujetadores por los aires ni las sábanas pegadas. En el exceso, cualquier palabra se pudo haber confundido con un aleteo de mi lengua sobre tu vientre, o quizás una fricción de mis cabellos en tu espalda pronunció mi voto firme y honesto. Todo tan accidental y fuera de lugar sobre el lomo de la noche como ahora tu lágrima repasando el rastro de mi lengua en tu mejilla, como tu ropa que todavía se demora desperdigada por la habitación, como tu cuerpo insistiéndose desnudo sin motivo, como tu misma presencia hecha trizas en la mañana. Vete.

domingo, 17 de junio de 2007

Bésame

Cuando le digo bésame ella lo hace obedientemente, y parece como que sus labios jamás hubieran dudado, como si hubieran recorrido el trayecto que los separa de los míos miles de veces. Y beben, probablemente imaginando que mi esencia es inagotable, resueltos a alcanzarlo todo, sin llegar a discernir ninguna escala, como si no hubiera diferencia entre el todo y una parte. Pero es su lengua la más lista, la más dinámica, la que enérgicamente sujeta a la mía, la estrangula, la amordaza, como si fuera consciente de que de la misma manera que dijo bésame, también podría ordenar que dejase de hacerlo.

sábado, 16 de junio de 2007

Y puse Manhattan

La última vez que corté con alguien fue porque dijo:
-A mí es que no me gusta Woody Allen.
LLevábamos a penas un par de semanas tratando de conocernos al margen de las sábanas y esa frase empezaba a dejarme con la convicción de que no quería conocer nada más, y además, con ganas de sangre.
-¿Y se puede saber qué es lo que no te gusta? ¿Qué películas has visto? ¿Has leído alguno de sus libros? ¿No te gusta cómo toca el clarinete?
-No he visto ninguna película suya.
-¿Entonces cómo puedes decir que no te gusta? -dije al borde de la indignación y de la bofetada.
-Es que no he visto ninguna película suya porque no me gusta.
En fin, iba a cortar con ella desde la primera frase, pero el resto de la conversación sirvió para que pudiera hacerlo sin ningún remordimiento.
A la mañana siguiente la eché de mi cama y puse Manhattan.

viernes, 15 de junio de 2007

Muertas

Siempre nos cuesta sincronizar relojes y latidos, y rara es la vez en que nuestra sangre fluye al paso. Mucha gente que lo consigue dice que ese es el objetivo, no sé si es verdad, pero lo nuestro es ciertamente complicado. Poniendo de nuestra parte, de vez en cuando logramos a duras penas que nuestro tic-tac sea simultáneo, y parece que en nuestras venas la circulación es semejante...
Pero en esta época del año, no hay ninguna posibilidad. Echémosle la culpa a las condiciones meteorólogicas, a la primavera en sí, a las mareas... Yo no lo sé. Es imposible seguirte el ritmo, y al mismo tiempo yo misma sufro unas fluctuaciones en el compás que te dejan rezagada, o de repente una de las dos descarrila, y nuestro corazón se sale de su órbita. No nos encontramos. Nuestra sangre comienza a desbocarse, su caudal aumenta y se desborda. Con todos estos estados alterados, tendemos a olvidarnos, y pasa mucho tiempo antes de que podamos organizarnos de nuevo. Volverá el invierno, y entonces pensaremos que valdrá la pena intentar la fatigosa sincronización, hasta una nueva primavera en la que todo se salga de tiesto.

Muertas, será la única manera de acompasarnos, cuando nuestro latido coincida en su omisión, nuestros relojes en su hora inamovible, y nuestra sangre estancada no galope incontrolable. Quizás así nos esperemos, muertas.

lunes, 11 de junio de 2007

Diosa atea

Me parece que te equivocas. O quizás soy yo quien se equivoca, con mi constante ingenuidad.
Mi radar localizó la frecuencia de tu sonrisa, y una vez detectadas las coordenadas de tus piernas, los focos de mi mirada te han iluminado, y te hemos identificado. Tu manera de esquivar mis intenciones no hace más que delatarte, todo en tu cuerpo es testimonio de tu carácter, hasta tu médula confirma la tendencia de tu fragancia.
Te equivocas.
O engaña tu sonrisa.
O estás loca.
O mi radar está embotado.
O yo estoy loca.
O me he convertido en una diosa atea buscando a otra diosa.

domingo, 10 de junio de 2007

Puzzle

Somos dos piezas de un puzzle. No importa en qué postura nos situemos, nuestros cuerpos siempre encajan sin que sobre ni un sólo resquicio de aire entre nosotras. Podríamos pasarnos el resto de nuestras vidas así, unidas, sin abrir la boca...
Es al abrir la boca cuando todo empieza a ir mal. Entramos en el terreno de los malentendidos, de las suspicacias, de los apuros. Nuestros labios, fuentes de miel en contacto, se han convertido en armas de fuego de la palabra. Ella es insoportable. Yo insufrible. Todas sus frases irritan. Las mías son irritantes. En cualquier momento nos enganchamos, y nuestros cuerpos vuelven a ensamblarse fácilmente, balsámicamente, pero nuestras bocas en pie de guerra continúan contrariando. Al borde del desquicio, nuestros cerebros se vuelven polos iguales que por fuerza repelen nuestros cuerpos definitivamente. Fin de la guerra, se deshace el puzzle para siempre.
Por eso, si alguna vez resuelvo un rompecabezas, no tardo en deshacerlo y guardarlo en un armario empotrado. Tengo la sensación de que las piezas se llevan mal, no se soportan.

jueves, 7 de junio de 2007

Debate interminable

Las ideas de Silvia siempre me sorprenden. No puedo hacer otra cosa que estar en desacuerdo con ella, aunque a veces pueda tener razón. Ahora su teoría es que me acuesto con Juanjo para evitar que éste se acueste con Natalia, que es con quien realmente quiero acostarme yo. Yo alego que su teoría no es más que un disparate, otro delirio de los suyos, y acabo por acostarme con ella para demostrarlo. No sé si finalmente he logrado probar nada, pues ella insiste en lo mismo. Creo que lo hace para que me esfuerce más. Y en eso estamos, en un debate interminable de manos y pieles en el que yo trato de convencerla y ella de no dejarse convencer.

martes, 5 de junio de 2007

Quién puede...

Ayer vino mi tía con su hijo, mi primo Miguel. Qué rico. Once años de inocencia, inquietud y cúmulo de preguntas.
-¿Es verdad que te gustan las chicas? -me dice a voz en grito, poniendo a su madre del color de la sangría.
-¡Miguel! -le grita su madre, medio engullida por la tierra. Bien por Miguel, las cosas claras. Hoy no soy yo la delatada, sino mi tía.
-¿Eres una chica-chico? -insiste mi primito.
-¡Miguel, calla ya! -exclama mi tía, al borde de la muerte por vergüenza cardiovascular. Yo sonrío a todo el mundo, fingiendo que oculto cierto escándalo, pero pasándolo en grande en realidad. ¿Alguna pregunta más? Prepárense.
-¿Te vas a cambiar de sexo?
Mi primo es desalojado, amordazado y azotado. Se zanja el asunto. Mi tía es ahora una sudorosa mujer que no sabe cómo disculparse. Ya. Niños. Qué ocurrencias. De dónde sacarán esas cosas.

lunes, 4 de junio de 2007

(IN)DISCRECIÓN

"Qué pena. Con lo guapa que es. Nadie lo diría. Mira tú qué desperdicio. Pues fíjate tú que va muy mona... Bah, serán tonterías, seguro que después asienta la cabeza y se le pasa, en cuanto conozca a un chico majo... Será por llamar la atención nada más. De todas formas, qué tristeza para su madre que sea así".

Me pregunto qué demonios he hecho mal para que sepa tanto de mí pero no sepa que es su hija la que lleva dos semanas en mi cama investigando entre mis piernas. La muy maldita, la muy silenciosa y discreta... Me sorpende porque después, qué escandalosa resulta cuando soy yo la que investiga entre las suyas.

domingo, 3 de junio de 2007

Pies (para qué os quiero)

Tienes los pies más bonitos que he visto, me dice. Sí eso se lo dirás a todas, le digo. Ofrendo mis pies, lentamente. Su dedo apenas hace cosquillas, pero un escalofrío zarpa por mi zarpa y se interna por las piernas. Pies para desayunar, blancos, cóncavos y susceptibles.
Al final, acabo creyéndolo. Mis pies son los más bonitos que existen. Saben besar, saben acariciar y soy capaz de seducir moviendo los dedos. Y eso hago, con una pequeña onda de insinuación podosugestiva, para acabar ofrecida y expuesta a cualquier cosa que me haya merecido. Lo he merecido todo, por lo visto...
Muy bien. Aquí tiene una foto firmada de mis pies. Para que no se le olviden, y sus pies la traigan pronto a usted con toda su lengua nuevamente hacia los míos.

viernes, 1 de junio de 2007

Entrevista

Mira, a la mierda, ni me depilo ni nada. Ni una raya de pintura ni un gramo de laca. De hecho, hoy ni me pongo sujetador.
-Buenas tardes, estoy aquí por lo del anuncio.
Mirada de arriba a abajo, de abajo a arriba, larga pausa en las tetas, cara de sorpresa.
-Sí, siéntese... ¿Qué experiencia tiene?
-La que usted quiera darme.
Vaya estúpida manera de decir que ninguna. Creo que es el fin de la entrevista. Sonrisilla estúpida.
-Bueno... deje su currículum en la papelera... digo en la mesa, y ya la llamaremos...
-Muy bien. ¿Se da cuenta de que no me he depilado para venir aquí? Y no lo haré hasta que me llamen. Y de lo del sujetador... creo que si me emplean ustedes no lo volveré a llevar.
-Es que... comprenderá que sin experiencia previa...
-¡Pero fíjese cómo celebro los goles!
Me levanto la camiseta, me cubro con ella la cabeza y comienzo a correr por la oficina, hasta que me golpeo contra un perchero.
-¿Está usted bien, señorita?
En fin, eso de señorita ha sido humillante, y ha sonado a que no me van a dar el trabajo de futbolista, ni habiendo enseñado las tetas.