sábado, 29 de septiembre de 2007

Recomponer relaciones

Debido a ensoñaciones pasadas, se ha producido un deterioro en las relaciones con arañas, paredes y ásperas lenguas de sapos, hasta no hace mucho aliadas naturales.
Para recomponer la buena comunicación, será preciso usar la diplomacia; reunirse con frecuencia con arañas; hacerse rodear de paredes; ofrecerse jugosa a batracias lenguas espectantes; y como gesto de buena voluntad, tapiar ventanas a utopías para no fomentar nuevos descuidos.

LLuvia inteligente

Designaste sobre mis esperanzas una lluvia de intensa precisión, como una bomba inteligente. Se logró sumergirlas, inundarlas, y aún nos aseguramos de llover de nuevo si acaso emergiesen.
La operación fue todo un éxito; apenas algún daño colateral en los aledaños, una sonrisilla taciturna, una sintaxis reprobable, cierta obstinación en el titubeo, alguna fijación irremediable de mis manos con mi entrepierna... Pero por lo demás, discreción escandalosa, extravagante normalidad, y lloviendo sobre mojado.

martes, 25 de septiembre de 2007

Lag

Carecen de inmediatez estas palabras. Les falta la verdad simple e instantánea y el don de la oportunidad. Quizás tengan otras virtudes, otro tipo de verdad, rumiada y molida, pero por lo demás es como aquella vez que ella me dijo hablas con palabras ajenas a tu propia lengua, la he probado y nada de eso que dices sabe de la misma manera
eso es porque te amo y te temo y etcétera
pero eso lo pensé dos horas más tarde, porque las buenas respuestas, las verdaderas, siempre aparecen así, como todo lo demás, como esto que leen, con dos horas de retraso.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Cómo escribir

El otro día comencé a escribir un cuento. Trataba de una chica sueca que se venía a vivir a mi piso, y por supuesto yo trataba de llevármela a la cama usando las artimañas más absurdas. Comenzaba a poner constantemente discos de Ace of Base, le pedía ropa prestada para desnudarme ante ella a la primera oportunidad, y le instaba a que me enseñara a decir frases en sueco para poder ligar, y así repetírselas a ella una y otra vez.
Dejé de escribir antes de poder terminar. No sé qué me ocurre, pero no soy capaz de pensar. La historia se parecía a una película de Alfredo Landa, mi gramática chirría, las palabras se niegan a fluir. Mi mente no se quiere establecer en un lugar en concreto, vuela de un lado a otro, no hay pausa para la concentración, no hay tiempo para buscar unas cuantas palabras que tengan sentido y que concuerden. Una sueca turgente, de pelo rubio y corto, ojos azules escandalosos, tez pálida, labios rosados y carnosos y sonrisa a juego, se instala en mi casa, yo sólo pienso en tirármela, y aunque esto sólo ocurre en la ficción, se aceleran de tal manera mis impulsos, se humedecen tanto los frenesís adormilados, se descentra el pulso de mi núcleo constructor de semejante modo, que parece que jamás sabré cómo termina esta historia. De momento, proseguirá sin palabra alguna, conmigo a solas en una cama, extinguiendo fuegos imaginados, para que, de una vez por todas, ánimo apaciguado, vengan frases lógicas que estallen en mil colores pintados en otra cama compartida por mí y una escandinava.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Para olvidar

No se le ocurre otra cosa que poner "You can leave your hat on" y comenzar un strip tease. Comprenderán que eso no me pone en absoluto. Bostezo, y le dejo las cosas claras.
- No me gusta esa canción.
Ella apenas se inmuta, me sonríe y prosigue con su baile.
- Es una canción de strip-tease -me dice, como si necesitase semejante aclaración.
- Lo es simplemente porque sale en una horrenda película -le digo yo, con todo el desdén del que soy capaz de hacer gala, que no es poco. Por fin ha dejado su strip tease para mejor ocasión.
- Pues no está tan mal Full Monty...
- No es Full Monty.
- Ah, no, se llamaba... Full Contact...
- Ay, dios.
- ¿Monty Python?
- Madre mía. Era de "Nueve semanas y media".
- Anda ya.
- Te lo aseguro. Quien hacía el strip tease era Kim Basinger.
- ¿Basinger Zeta?
- La misma.
Yo misma acabé de despojarla de la ropa que todavía le quedaba puesta y traté de sumergirme en las costas de su cuerpo para olvidar toda esa conversación cuanto antes.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Captura

Natalia se acercó y su tímida sonrisa me confesó lo que había sucedido mucho antes de que lo hiciesen sus palabras. Se había acostado con Juanjo. Ella me lo contaba con una mezcla de vergüenza, regocijo ingenuo y confesión íntima, como si pensase que a mí me agradaría conocer hasta el más pequeño detalle de su aventurita. Mi estupidez estaba a la altura de la suya al prestar oídos a aquella tortura. Mi fracaso ya no sólo consistía en que había consentido que ellos dos se acostasen, sino en que además Natalia no se daba cuenta de cuánto daño me hacía todo eso. La teoría de Silvia, que me había parecido tan absurda y disparatada, ahora recobraba un sentido atroz; era cierto, me acostaba con Juanjo para evitar que éste se acostase con Natalia, que era con quien quería acostarme yo. Era evidente que Juanjo se quedaba tan embobado como yo cada vez que aparecía Natalia, y tanto sus ojos como los míos se quedaban paralizados a la altura de sus tetas... Posiblemente Juanjo también se percató de mi atracción por Natalia, y su plan fue el mismo que el mío. El muy cerdo. Me había tenido ocupada, pasándose mis tetas de mano en mano, frotando su miembro contra mis nalgas, despistándome con sus atenciones de alcoba, haciéndome creer que era yo quien lo despistaba a él, para finalmente ganarme por la mano. Ahora, mientras Natalia me contaba los pormenores de lo que suponía me derrota, mi imaginación substituía a Juanjo y me ponía a mí en su lugar, abarcando con mis brazos la generosa cintura de Natalia, bañando sus pechos abundantes con mi lengua, mordiendo sus mordiscos, humedeciendo sus besos, ahogando sus gemidos... Basta. Basta, Natalia. Esto me sobrepasa. Hasta ahora sólo había supuesto una mera atracción sexual, pero todo esto me dolía hasta donde nunca hubiese imaginado. Me hacía daño en los huesos, en ciertos vacíos estomacales que hasta ahora no había localizado en el mapa de mi cuerpo. Cuando vi aparecer a Juanjo, salí huyendo, sintiéndome víctima de una traición a la que yo misma había aportado mi desinteresada colaboración.
En mi espantada, tropecé con Silvia, y aprovechando este encontronazo, me la llevé a casa, le quité la ropa de un soplido, la arrinconé contra la pared, apreté mis tetas contra las suyas, clavé mis uñas en sus nalgas, bebí en su cuello cual Nosferatu, y una vez arrojada en la cama, conquisté todo aquel territorio de piel blanca y suave, quizás para compensar otro que había perdido... Fue en un segundo fatídico, cuando mi lengua depredadora dio caza a la suya, cuando me di cuenta de una cosa. Su lengua, presa indefensa de la mía, me lo hizo saber. Silvia se sabía victoriosa. En su lengua había posos de algo que yo sospechaba, había restos de una piel que había estado demasiado presente en mis sueños. Así lo supe. Silvia había estado acostándose con Natalia para evitar que yo me acostase con ella, y así llegar al punto donde ahora estábamos. Y en cuestión de un lengüetazo, fue mi lengua la presa y la suya la carnívora.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Dos dedos (resumen del domingo)

Un dedo instaura la tristeza. Lo hace sin ceremonia, cotidianamente, con soltura de ojos cerrados.

Ajeno a él, otro dedo asume soledades, sin antagonismo pero con empeño, con cadencia imprecisa y algo de humedad precipitada.

Un suspiro incontestable marca la pauta del silencio y se vuelve resumen del domingo, un paisaje sin réplicas ni ecos, una gruta sin idas y sin vueltas, una grieta goteando aburrida sus nostalgias.

domingo, 2 de septiembre de 2007

La que corre por el filo.

...se le llamó retiro...

Es inútil que lo diga, pero tú y yo no hemos existido jamás. El tiempo nos ha borrado en su olvido, siendo optimistas. Quizás nos haya incorporado a su tic-tac, tal vez seamos vapor en sus agujeros negros. No importa. Nosotras dos no ocurriremos jamás, pues algunas cosas nunca ocurren, y no vale la pena empeñarse en nuevos montajes, finales alternativos, o monólogos del presente por muy glorioso. Nuestros nombres son pura fantasía, nuestro espacio es paradójico, y nuestra presencia una mera anécdota convertida en rumor, convertido en brisa que se agota.

...a esto no se le llamó ejecución...