sábado, 24 de enero de 2009

Contractura

Siempre hay algún motivo inesperado que me impide mantener al día este blog de la manera asidua que a mí me gustaría. Esta vez empezó con esta conversación:

-Y así es el infierno.
-¿Redondo y achatado por los polos?
-No, no. Indescriptible.
-Ah, vale. Ya me hago una idea.

Pero no, mis hombros no saben nada. Se limitan a dolerme, y creen que cargan con el peso del mundo, al menos uno de ellos, el izquierdo, que es el que más se empeña en demostrar dolor y mandármelo cuello arriba. Yo trato de convencerles de que eso de cargar con el peso del mundo es sólo una metáfora, que no hay motivo para tanto dolor, pero no me hacen mucho caso.
Así que he ido al médico. Me ha tocado los hombros, el cuello, y me ha dicho:
-Tienes una contractura. Aquí. En el lado derecho.
Es muy extraño, porque el que me duele es el izquierdo. Está claro que mi cuerpo tiene una percepción muy equivocada de sus propios males. Trato de debatir con el médico sobre las causas de esta contractura tan impertinente, pero éste sugiere demasiadas cosas, todas muy inconvenientes para mi curricúlum. Cualquier mal gesto, una mala postura masturbándome, el peso del mundo sobre mis hombros... El médico sabe perfectamente que eso es una metáfora, y yo acabo por aceptar que en el fondo todo ese peso es una gran ira contenida contra ciertos gremios que por oscuros motivos me causan tanta pesadumbre, como los banqueros, los abogados, los agentes de seguros, los curas, los médicos... Uh, esto no he debido decirlo. En cualquier caso, el doctor me receta un anti-inflamatorio y un relajante muscular.
Y aquí todo se complica. El anti-inflamatorio me pasa bastante desapercibido, pero el relajante muscular acaba por relajarme tanto que a los cinco minutos me caigo rendida en brazos de la modorra, me quedo inevitablemente traspuesta no importa en qué situación o contexto. Y es entonces, mientras estoy tan relajadamente dormida, cuando aparece un personaje misterioso que saca partido de la coyuntura y abusa incompasiva y sexualmente de mí, pobre indefensa y sin posibilidad de contragolpe, y a sus anchas moldea y estruja mi cuerpo hasta sin duda provocarme esta contructura que en la actualidad padezco. Es la investigación acerca de la identidad de este personaje la que me mantiene alejada de este blog últimamente.

martes, 13 de enero de 2009

Componiendo

He mantenido mis sucias manos lejos de este blog durante un tiempo porque he estado ocupada componiendo una canción. Ya ven, soy una mujer polifacética y multiorgásmica. Es una canción muy personal, que habla sobre mí misma y mis ansiedades. Y hasta es pegadiza. Dice así.
Cat Ballou,
What's the matter with you?
You look so sad,
You look so blue.
Cat Ballou,
What's the matter with you?
The world is bad,
The world is cruel.
Bueno, y etcétera, no es cuestión de que la escriba toda. Ya ven que es en inglés, lo que limitará mis posibilidades de representar a Andorra en Eurovisión, pero bueno, que me quiten lo cool que suena. De momento se la he cantado sólo a mi gato, y éste no sale huyendo, o sea que me da su aprobación, que para mí es muy importante (sobre el buen gusto musical de mi gato ya tendría que haber escrito algo, pero como no lo he hecho a estas alturas comprenderán que es inútil).
Seguramente alguien me preguntará para qué escribo canciones. Siempre hay alguien que hace esas preguntas. La respuesta es obvia. Por la misma razón que a veces escribo en un blog. Por la misma razón que a veces leo libros. Por la misma razón que me maquillé el sábado pasado. ¿Todavía no les he hablado de Rocío? Ya. Pues por eso.