lunes, 26 de noviembre de 2007

Cálculos

Hemos salido juntas de la cafetería. He hecho un cálculo rápido y el resultado me ha dado negativo, lo cual ha sido una pequeña decepción, pero así hay que aceptar las cosas. Hacer lo correcto significa decirnos adiós antes de que sea demasiado tarde, demasiado malo, demasiado doloroso, demasiado a secas. Como excusa... bueno, aquí está la calculadora.
En definitiva, yo he dicho:
-Adiós.
Y ella ha dicho:
-Chao. ¿Nos vemos mañana?
Y yo he respondido:
-Claro.
Y me he dado la vuelta, pensando que tendrá que ser mañana cuando le diga que no me cuadra el balance, pero entonces ella ha dicho:
-Ah, ¿vas por ahí? Yo también.
Y ahora juntas caminamos calle abajo, una calle interminable. Seguiremos juntas subiendo las escaleras de la casa, y dormiremos esta noche y etcétera la una junto y sobre la otra, y a la mañana siguiente y más, yo todavía estaré allí, infinitamente, en un nuevo y constante momento de cómputos y operaciones y saldos negativos, que habrán de resultar como siempre en nada. De todos modos, seguro que me equivoco. ¿Cuándo he sido yo buena haciendo cálculos?

jueves, 22 de noviembre de 2007

Qué importa Alicia

No voy a hablar de Alicia porque en realidad no sé nada sobre ella. La conozco, sí, pero lo que podría decir a partir de nuestros encuentros no serían más que pequeñeces, obviedades, anécdotas triviales que no se corresponderían con la magnitud de todo lo que ha sucedido en los momentos en que no nos veíamos.
De lo que voy a hablar es de mí, y de cómo me he quedado tan desamparada. Es cierto que Alicia lo ha originado todo, pero eso no es lo importante. Qué importa Alicia. Es la ausencia dolorosa que me aterra ante esta pantalla lo único que puedo admitir.
Alicia es alguien, y eso es una verdad irrefutable. Fue ella quien me dio aquel pedazo de papel con la dirección, eso también es cierto. Y no menos cierto es que todo lo que encontré en aquel "blog" sobrepasaba cualquier expectativa, cualquier idea preconcebida, sobrepasaba mi capacidad de absorción, sobrepasaba a la misma Alicia, por mucho que fuese ella la que había escrito todo aquello. De acuerdo, sí, escrito por Alicia, pero qué importaba Alicia. Todas aquellas palabras, enlazándose de mil maneras impensables, dibujando significados ocultos bajo otros significados, pintando vidas desconocidas de tantos colores y brillos que llegaban a reflejar la mía propia, esparciendo dolores y euforias que penetraban las yemas de mis dedos... Era un "blog", pero respiraba. Sólo eran palabras, pero estaban vivas, me veían, me tocaban. Podía pasarme horas, días, empapada de sus textos, temblando, envenenándome y purgando mis ansias, flotando sustraída en su universo. Hasta me dio igual que un día Alicia dejara de escribir. Yo volvía a leer una y otra vez todos sus escritos, hallando nuevos alcances en cada línea, declaraciones insólitas que me habían pasado desapercibidas la primera vez, tambaleante de conmoción, de pasmo, de espasmos y de orgasmos.
Aquel día pensé que me fallaba la conexión. Pero no. No me importan los motivos por los que lo hizo. Ya lo he dicho, no importa Alicia. Sólo que su blog ya no está. Sólo que yo estoy sola. Sólo que siento físicamente sobre mi piel la falta de las caricias de aquella creación. Alicia me lo quiso explicar, pero yo no la oía. No sé quién eres tú y no comprendo tus palabras. Se ha ido. Me ha dejado. Y NADA MÁS.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Interferencias

Esta noche soñé algo poco habitual. No es frecuente que en mis sueños se presenten personas como Shakira o Beyoncé. Compréndanme, pero yo suelo convocar a Catherine Keener, Keira Knightley, Radha Mitchell o Gina McKee (díganme si no están encantados de conocerla). Así que cuando esta noche se presentó en mis sueños Shakira, o Beyoncé (una de las dos, no sé muy bien cuál era), me sorprendí bastante. Se acercaba a mí deslizándose ya saben cómo, y eso que hace con las caderas y tal. Me miraba sonriente y de reojo, y me preguntaba: "¿por qué no quieres nada conmigo?" Vaaaya, quién iba a decirlo de Shakira, o de Beyoncé, jamás me lo habría imaginado. Yo respondí que no se me ocurría ningún motivo por el cual no quisiera nada con ella, y que ciertamente bien podríamos aprovechar aquella circunstancia de que esta Beyonckira se apareciese en mi sueño por vez primera para darle rienda suelta a la humedad. Y bueno, así fue, por una noche no estuve con mis invitadas habituales, sino con la invitada habitual de una gran mayoría. Yo lo atribuyó a una interferencia de sueños. Demasiados cazasueños en el vecindario. Me pregunto a dónde se habrá ido Catherine Keener esta noche. A casa del tonto del segundo, seguramente. Cuando regrese esta noche se va a enterar, la muy fresca... Todavía me pregunto si era Shakira o Beyoncé. ¿Se lo habrá pasado bien? ¿Regresará?

martes, 13 de noviembre de 2007

Yo mismita.

Se lamentan mis sueños, se preguntan en base a qué méritos o en función de qué corriente soñadora les exijo tanto detalle y tanto pormenor de futuro, pues en el espejo ya sólo perciben extrañas ilusas, mundos estrábicos y pies sin suelos.

Sé tú misma, habéis dicho. Y claro, yo he seguido vuestro consejo al pie de la letra. Me empeño tanto en ser yo misma que hasta en sueños demando seguir el manual del buen yo. Pero es que lo hago con tanta dedicación e interés, con tanto amor y esquizofrenia, con tanta divina comedia, licantropía y orgasmo múltiple, que ya represento el rol con naturalidad excéntrica mecánica.

En algunos lugares discuten si soy real o ficticia. Yo tampoco recuerdo definiciones.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Entrega

Te doy mi latido. La verdad es que me aterroriza llegar a la noche y quedarme con algo, por si no se me ocurre qué hacer con ello. Por eso prefiero vaciarme, abriéndome hacia ti y derrochándome en plenitud, desplegando mi entrega en son pletórico.
Y después, en la noche, me tenderé vacante. De esa manera, sentiré mucho más cualquier pequeña cosa que puedas darme, me alimentará el más leve estímulo que tu piel irradie.
No te preocupes si me muero; es para que tú me resucites.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Invierno

Si te quiero estaré jodida, ya lo sé. Y si no consigo quererte estaré bien jodida, porque ya habré escrito esa cantinela tantas veces que al final sólo me quedará ser Sylvia Plath o Emily Dickinson y tratar de morirme para poder escribir al respecto.

Las estanterías no soportarán el peso de un nuevo invierno sollozante de nieve y demás constantes invernales. Tú aparecerás con tu risa, y con tus canciones de los Beatles, y yo estaré jodida de todas formas. Podrás quererme en medio de la congelación, quizás lo consigas. Yo creo que eso no cambiará nada, pero quién sabe, lo mismo en verano suena el eco.