domingo, 20 de mayo de 2007

Háblame

Quiero hablarte. Pero esta vez, aunque sea cara a cara, dejemos nuestros rostros al margen. No quiero expresión, no quiero que la subjetividad de una lágrima o del brillo de una sonrisa lo estropee todo. Si eres diamante, si eres actriz, o eres azafata, lo sabré de todos modos. Deja tu rostro en el vestíbulo y háblame, con todo tu cuerpo, que tus piernas me digan con todo su sabor de qué huyen, que sean tus brazos los que expongan sus miedos sobre los míos, que el dulzor de tus pechos mansos se anticipe a las preguntas saladas de mis manos. Y yo, de par en par, como una pista de aterrizaje, seré limpia en mis atenciones, seré antes yo que quien esperas, por una vez, y mi sabor será mi sabor, por una vez.
Digámonos la verdad ahora. Recoge tu rostro y tus bragas al salir.

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