Te doy mi latido. La verdad es que me aterroriza llegar a la noche y quedarme con algo, por si no se me ocurre qué hacer con ello. Por eso prefiero vaciarme, abriéndome hacia ti y derrochándome en plenitud, desplegando mi entrega en son pletórico.
Y después, en la noche, me tenderé vacante. De esa manera, sentiré mucho más cualquier pequeña cosa que puedas darme, me alimentará el más leve estímulo que tu piel irradie.
No te preocupes si me muero; es para que tú me resucites.
domingo, 11 de noviembre de 2007
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