La semana pasada sucedió lo de siempre. Por poco me parto el alma tratando de emular un final made in hollywood. Si lo mío es eso del equilibrismo, la huida precipitada, las cuerdas, el engaño, el hurto, la voltereta, el regate, el sálvese quién pueda, el lengüeteo, la corneta, el último tango... ¿A santo de qué vino la eternidad repentina, la estabilidad, la cordura, los juramentos, los lazos sagrados, los cuños de la ley, los violines, la cabeza asentada, los ojos ahogados, el agárrate fuerte a mí maría, el corazón en tinieblas, pasajeros al tren? Otra muesca incoherente en la trayectoria de CatBallou, incomprensible como ella sola, infiel al manual de la buena yo mismita.
No se preocupen, estoy bien, que la altura no era demasiada y no llevaba tacones.
viernes, 12 de septiembre de 2008
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