jueves, 26 de julio de 2007

Gira la tierra

Creí ver moverse algo bajo mis pies. Casi pude sentir un roce en mis tobillos, suave, frío, veloz. Envió toda una secuencia de tornillos enroscándose pierna arriba, hasta diluirse en una ola de espuma bajo el vientre. La operación se repitió unos minutos después, nuevamente ese escurridizo aleteo de seda por el suelo que acababa por convertirse en una hoguera desfilando arteria adentro.
No sé por qué. Fue un día de una sensibilidad especial, supongo. Tampoco sé si se volverá a repetir. Fueron momentos en que mis pies sentían la tierra girar bajo ellos, y todo mi cuerpo se convulsionaba ante la maravilla, haciendo de la rotación un orgasmo.

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