viernes, 15 de junio de 2007

Muertas

Siempre nos cuesta sincronizar relojes y latidos, y rara es la vez en que nuestra sangre fluye al paso. Mucha gente que lo consigue dice que ese es el objetivo, no sé si es verdad, pero lo nuestro es ciertamente complicado. Poniendo de nuestra parte, de vez en cuando logramos a duras penas que nuestro tic-tac sea simultáneo, y parece que en nuestras venas la circulación es semejante...
Pero en esta época del año, no hay ninguna posibilidad. Echémosle la culpa a las condiciones meteorólogicas, a la primavera en sí, a las mareas... Yo no lo sé. Es imposible seguirte el ritmo, y al mismo tiempo yo misma sufro unas fluctuaciones en el compás que te dejan rezagada, o de repente una de las dos descarrila, y nuestro corazón se sale de su órbita. No nos encontramos. Nuestra sangre comienza a desbocarse, su caudal aumenta y se desborda. Con todos estos estados alterados, tendemos a olvidarnos, y pasa mucho tiempo antes de que podamos organizarnos de nuevo. Volverá el invierno, y entonces pensaremos que valdrá la pena intentar la fatigosa sincronización, hasta una nueva primavera en la que todo se salga de tiesto.

Muertas, será la única manera de acompasarnos, cuando nuestro latido coincida en su omisión, nuestros relojes en su hora inamovible, y nuestra sangre estancada no galope incontrolable. Quizás así nos esperemos, muertas.

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