domingo, 10 de junio de 2007

Puzzle

Somos dos piezas de un puzzle. No importa en qué postura nos situemos, nuestros cuerpos siempre encajan sin que sobre ni un sólo resquicio de aire entre nosotras. Podríamos pasarnos el resto de nuestras vidas así, unidas, sin abrir la boca...
Es al abrir la boca cuando todo empieza a ir mal. Entramos en el terreno de los malentendidos, de las suspicacias, de los apuros. Nuestros labios, fuentes de miel en contacto, se han convertido en armas de fuego de la palabra. Ella es insoportable. Yo insufrible. Todas sus frases irritan. Las mías son irritantes. En cualquier momento nos enganchamos, y nuestros cuerpos vuelven a ensamblarse fácilmente, balsámicamente, pero nuestras bocas en pie de guerra continúan contrariando. Al borde del desquicio, nuestros cerebros se vuelven polos iguales que por fuerza repelen nuestros cuerpos definitivamente. Fin de la guerra, se deshace el puzzle para siempre.
Por eso, si alguna vez resuelvo un rompecabezas, no tardo en deshacerlo y guardarlo en un armario empotrado. Tengo la sensación de que las piezas se llevan mal, no se soportan.

No hay comentarios: